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Miguel y Dolores

Publicado el 23 septiembre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Se presentó ante mí con ese aire mezcla de marginalidad y Channel. Lo reconocí enseguida, para mi sorpresa, era mujer. “Necesito tu ayuda”, sólo dijo eso. ¿Como alguien como él o mejor dicho ella -perdón no me acostumbro- iba a necesitar la ayuda de un detective retirado de la bonaerense? No tuve que esperar mucho para saber la respuesta. “ No sos un santo ni merecés el fuego, salvaste  vidas, asesinaste de manera justa algunas veces y otras no, negociaste con narcotraficantes pero tambien salvaste pibes de violaciones. Ni yo ni ella podemos tenerte enseguida, estás destinado a pasar mucho tiempo en el purgatorio juntando meo.  A mí mucho no me servís allá, a ella tampoco. Para que lo entiendas sos como el bebe que impide que cojas con tu señora, nadie te quiere mucho”. Ella rió con echándose para atrás y abriendo su boca pintada de rojo,yo también, aunque su comentario no había sido muy feliz. Pero ella era muy convincente. Sus ojos esmeralda y su pelo de oro, convencerían a cualquiera. Encendió un cigarrillo y siguió: “Que te pasa que te quedás callado, ¿Estás cagado?, te la voy a hacer corta. No te puedo prometer que vayas al cielo, pero te puedo ofrecer otra vida. Que elijas lo que quieras hacer, que tengas plata y hasta te puedo conseguir minas. Sé que con esa panza y los rulos te debe costar bastante, además el olor no te ayuda. Sólo tenés que hacerme un favor: subí al purgatorio y averigua quien mató a Miguel de Molina”.
 La propuesta era interesante, era una aventura. Mis días transcurrían entre ir a ver a San Martín de Burzaco de garrón y noticieros sensacionalistas. No dudé demasiado:” Acepto, pero una pregunta ¿Como es que no sabés quien mato a Miguel de Molina si, supongo yo, que ves todo no?”. Apagó el cigarrillo con el taco: A veces es jodido, las minas somos así, cuando nos peleamos nos peleamos en serio, no como ustedes que a las dos semanas no se acuerdan porque no se hablan más, y ella es rencorosa, sabía que  yo lo amaba al viejo, sabía que quería que me cante "Si vas para Calatayud " todas las noches,sabía que yo quería que le haga compañía a la Dolores que anda siempre sola con su desgracia, sabía que yo ya lo estaba convenciendo al jovato de matar a un tipo y la muy turra lo salvó. Mandó a alguien a matarlo justo cuando yo estaba reunida con economistas americanos. No me fue al infierno porque matar a un puto no se considera del todo un pecado y no puedo identificar porque matan bastante seguido putos acá en el conurbano, el purgatorio está lleno de esos tipos.  Quiero saber quien fue y que lo hagas confesar para tenerlo toda la eternidad haciéndole saber que se equivocó al pensar que ella la tenía más grande, o más mojada como prefieras. Ella rió una vez más. Prendió otro pucho y siguió.  "Y no me preguntes esa pelotudez de que si  Miguel  era puto para que lo iba a hacer matar. Los putos también van al cielo.Les hacen una cosa parecida al reformatorio de la naranja mecánica" . No me dejó mucho para decir, me metió un beso en la boca y desapareció cuando abrí mis ojos. Ahí nomás me pisó un rastrojero.
Ahorraré descripciones truculentas de mis últimos momentos de la primer etapa de mi vida. El purgatorio es como un registro civil de provincia, te hacen calentar pero cada tanto hay un nacimiento.  Las minas son de esas que se quitan la blusa para mostrarte el corpiño y se lo vuelven a poner para dejarte con las ganas. Los tipos son de esos que aman a tres mujeres por igual. El ambiente es gris, de casa mal limpiada, de hipocresía. No quería quedarme mucho tiempo en ese lugar. Empecé con mi laburo:
Na te debo,
na te pido,
me voy de tu vera
olvídame ya
que pagao con oro
tus carnes morenas
no maldigas paya
que estamos en paz
Caminé cantando entre las largas colas, algunos me miraban raro. Tenia razón ella, mucho homofobico aquí arriba. Pero dos se pusieron bastante nerviosos. Miraban para todos lados, se tocaban la nariz y ponían sus manos en los bolsillos. Como se notaba que nunca habían estado en una villa, hubieran durado quince minutos. Dejé pasar un momento y encaré al primero, un gordito bajito con una camiseta de independiente. “Extraño la música, esta la cantaba mi abuela gallega”, dije al pasar. “¿Sabe que Molina estuvo en el casamiento de Perón y Evita?”. Su respuesta me descolocó y me hizo dar cuenta que el tipo no estaba nervioso, tenía miedo. Continuando la charla me dí cuenta del porqué, estaba en el purgatorio desde el  57 y cada vez que alguien nombraba algo que se pudiera relacionar con el peronismo, el tipo temblaba  al no saber si nombrar a Perón o no. Quedó parado en el tiempo. Después de un rato se puso pesado como suele pasar con los fanáticos y usando como escusa que me parecía terrible su pecado(había quemado una iglesia en el 55), me alejé.
 Lo peor que me pasó es que el otro tipo se me esfumó. Soy buen fisonomista, pero seguía siendo un recién llegado y no conocía ningún recoveco entre ese mar de gente. Pero para alguien que recorrió los pasillos misteriosos del conurbano, nada es imposible.  La experiencia me llevó a indagar entre los botones de siempre: los petisos. El  primero que se me cruzó se me hizo el canchero pero no le duro mucho, al primer cachetazo me dió la información que quería: El tipo que estaba buscando se llamaba Rubén Cisneros. El enano se fue dándome un puntapié, como todos los enanos era resentido.
Ahorraré detalles lo que otros detectives se arrogan: tomé whisky, cocaína y tuve sexo con una pelirroja y recién después busqué a Rubén. Era un tipo alto e impoluto, estaba en una esquina jalando ran. Al parecer la espera se hace muy insoportable aquí. Lo tomé del cuello y le dije que confesara que mató a Molina y su culpa era tan grande que no merecía la misericordia del señor. El insecto me preguntó que como me enteré que el sentía eso. “Se te nota en la jeta”. El estúpido rompió a llorar, yo había acertado casi sin querer. Lamentablemente me perdería el show del interrogatorio. No importaba, me iría a casa. El tipo confesó y yo hice lo mismo. Al instante estábamos en el averno, al parecer era demasiado fácil uir del purgatorio hacia abajo.
Ella tenía puesta ropa negra de encaje cuando llegamos. El maldito de Rubén se quito la ropa y pidió castigo, ella lo ignoro y vino hacia mi. El se quedo agachado llorando, esa es la ultima imagen que tengo de el. Ella me tomó de la mano y me llevo hacia una habitación. Hicimos el amor como nunca antes lo habia echo. Luego, ella encendió uno de sus virginia slims y me devolvió a mi vida anterior. Sin saludar, como aquellos que piden un taxi a su acompañante casual.
Cuando llegué a mi casa todo había cambiado. Mi casa tenía tres pisos, rejas negras, dos mujeres morenas me abrieron la puerta, todo brillaba y había una caja fuerte repleta de dinero. El primer fin de semana de mi nueva vida hice todo lo que dice el manual del nuevo rico: comí caviar, compre trajes de etiqueta negra, participe de orgias desenfrenadas pero algo no estaba bien.  Me desperté el lunes pensando en ella. Cada uno de los días de la semana me despertaba sobresaltado con su imagen en distintas situaciones. La segunda semana ya no podía pensar en otra cosa. Me encerré, vivía un infierno. Me había enamorado de ella. La desesperación me llevo a tomar el camino mas fácil  me colgué del ventilador. Allá voy, pensé, me voy a encontrar con vos y estar para siempre a tu lado. No fue así, corrí hacia la luz y aparecí en una casa toda blanca,me recibió una morocha bajita. Me desplomé en el piso. “Porque estoy acá, yo quería ir con ella” dije mientras me tomaba la cara con las manos.”Hay cosas que no sabés, tenemos misericordia de quienes se suicidan y los traemos acá . Sé que te enamoraste, ella también se enamoro. Pero bueno, las reglas son las reglas, no las hago yo”. Se echo a reir con su burla y me dejó ahí tirado.Estaba en el cielo, pero iba a sufrir eternamente. Ella también. 

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