Viajar para llegar a una cita impresionante con la naturaleza, es lo que les invita a ustedes la isla más grande del Océano Índico. Ademas de la naturaleza, el reino animal es también un argumento turismo del que usted puede beneficiar plenamente al ir a la isla de Madagascar. Especies terrestres y marinas cohabitan allí en perfecta armonía, para la gran felicidad de los visitantes.
Un paraíso para los amantes de la naturaleza
O que sean más bien apasionados del monte, o que estén interesados por el mar o que juren sólo por los bosques, Madagascar hace su felicidad. Esta extensión de tierra rebosa de tesoros desde luego de la naturaleza, aunque tienen muchas cosas que escoger. En el norte, ustedes tienen las reservas como Anjanjavy (en la zona de Majunga) donde los vestigios de corral se mezclan a las raíces de baobab, una mezcla “tierra-mar” seguramente única. Este bosque seco constituye el hábitat de una especie endémica (como Madagascar tienen otros miles), el propiteco de Coquerel.
Del lado de la punta norte de la isla, Masoala les da cita. En el parque, el más grande del país, el bosque tropical está junto a playas magníficas. Después de una excursión por el bosque, el submarinismo les libra la belleza de los fondos marinos. A través de esta balada por el parque, ustedes tienen todas la suertes de cruzar por el camino de una águila, de un lémur dorado o de un fosa.
El sur tiene mucho que ofrecerles, para no citar más que el Bemaraha. Los Tsingy son los emblemas, pero esta reserva es también un nido para aloes, euforbios y pachypodium endémicos. La fauna es también compuesta de una multitud de especies que no encontrarán en ninguna otra parte.
Madagascar, su naturaleza pero no la es sola
En el territorio grande como Francia y el Bénélux reunidos, los paisajes son altamente diversificados. Ustedes pasan así de un lindo desierto de Arizona a un esplendido bosque amazónico pasando por una playa magnífica de arena blanca.
Esta inmensa diversidad se aplica también a su población, un buen ejemplo de crisol que tiene en común el sentido de la hospitalidad, del reparto y del calor humano. Si estos valores son característicos de los primeros llegados, venidos directamente del sureste asiático y de África, permanecen todavía de actualidad.
El país de los lémures
Si es uno de los emblemas del país, el lémur se declina en una multitud de colores y de tamaño. En cuanto al tamaño, justamente, el vari catta está en primer rango. Reconocible con sus colores blanco y negro, usted lo encontrará en los bosques húmedos, particularmente los del este. Desgraciadamente, a causa de la destrucción de su hábitat natural, este animal está en desaparición. Sus próximos viajes a Madagascar son entonces ocasiones de ser uno de los que pudieron cruzar por su camino. Durante los viajes en el país de los lémures, usted puede también planificar un encuentro con el sifaka, el aye-aye o el indrí, para no citar más que una ínfima parte de las especies endémicas de la isla.
La escala de las ballenas
Aunque no hacen más que pasar cerca de las costas de Madagascar, las ballenas jorobadas forman parte de los atractivos de la Gran Isla. Si su estancia se desarrolla entre agosto y octubre, y que usted prevé un paso por el norte, en Nosy Be, tiene todas las suertes de hacer señas con la mano a estos mamíferos marinos. Las aguas de esta zona son en efecto favorables en la reproducción de la especie y en el nacimiento de las ballenitas.
El reino de los réptiles
El término “réptil” es muy a menudo asociado con una fobia. Su viaje a la Isla Roja es sin embargo una ocasión de cambiar de opinión sobre la cuestión. En efecto, cerca de las serpientes, cameleón e iguanas cohabitan allí con especies más “simpáticas”, las tortugas. Usted será impresionado por el hacho de que unas de ellas nacieron hace ya más de un siglo. Verá también que algunas especies son casi cien veces más pequeñas que otras
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