Revista Educación

Milagro

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No quiero parecer esnob. En serio. Me faltan conocimientos para poder presumir de gustos musicales. Como mucho me permito algunas líneas rojas: me provocan malestar físico el Sabinismo y todo el (¡que exista fandom!) del Corazón partío. Ahora bien, tampoco voy a ser yo el único ser en el mundo que no tenga gustos fuera del mainstream. Incluso entre aquellos artistas que nunca degustan ni siquiera las mieles de lo viral. Esos de los que nunca podrás decir "Me gustaban más cuando no eran comerciales".

Nunca he entendido por qué The Sunday Drivers no llenaba estadios. Y está claro que no lo entiendo porque el funcionamiento de la industria musical es un arcano para mí. Pero también porque les tengo un cariño insano. Esa etapa de la vida (todos tenemos al menos una) en que a uno le liman las aristas de leche y le hacen lo que es, me pilló a mí abrazado a una copia pirata de Little Heart Attacks (2004). Todos las cosas que intenté hacer, a pesar de mis incapacidades, y todas las hostias que consecuentemente me pegué a principios del siglo XXI, tenían alguna canción de ese disco como sonido ambiente ( Can I touch your nape? It won't hurt).

Cuando se separaron en 2010, aunque había conseguido ir a uno de los conciertos de su gira de despedida, algo moría ( Specially today i feel nobody cares for me, I feel i'm the victim in my victories). De allí salieron otras carreras: el grupo Mucho, con Martí Perarnau a la cabeza, o Julián Maeso. No me han interesado. Quizá injustamente. Pero sí Jero Romero.

El cantante publicó poco después Cabeza de león (2011) y me di cuenta entonces que era él quien me emocionaba del grupo. Él era el creador de las melodías capaces de colarse por mis resquicios y reventarme de dentro a fuera. Unas veces en estado líquido, otras sólido o gaseoso. Siempre una bomba en algún momento de la canción ( Quiero verte tal y como te encontré. Devolverte a tu estado original) y ya no la puedes abandonar. Su siguiente disco La grieta (2014) no me emocionó y me preocupé. A partir de ahí, el silencio. Imaginaba de vez en cuando que quizá ya no le interesaba la música. Inventé mil crisis personales. Es lo que pasa con estos artistas, que ni Google los encuentra.

Han pasado ocho años y ha salido Miracoloso (2022). Todos los adelantos del disco, Los cadáveres, 2010, Irrisorio y Has hecho como yo me han movido algo dentro. Han hecho recuperar una fe que hace una década no se renovaba. Me gustaría conseguir que Jero llene locales cada vez más grandes, que se le reconozca lo que creo que merece. Pero no por alardear de que lo conocí antes que nadie, sino para que siga componiendo. Componiendo para mí.

Sé que no lo lograré. Pero ahí queda esto.

has hecho como yo / tirarte al mar / apenas cambia el mar cuando nadamos


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