Portugal logró ante Corea del Norte la goleada del Mundial. A punto estuvo de hacerlo sin la contribución de Cristiano Ronaldo, que por un día dejó a su ego en el vestuario y se dedicó a regalar toda suerte de asistencias a sus compañeros. Con todo, el rival era tan flojo -se especula con que varios norcoreanos pueden haberse escapado de la concentración del equipo, y no sería de extrañar que hubiesen sido reemplazados por algunos de los 1.000 actores chinos contratados por su gobierno para ‘hacer’ de hinchas del equipo- que CR7 marcó casi sin querer: se llevó un balón en un rechace con un control de chepa, otro de coronilla y marcó a puerta vacía.
Tras el partido, volvió Mr. Hyde: “Dios nunca duerme y sabe quién se lo merece”, dijo, al ser preguntado por el fin de su sequía goleadora con Portugal. Si tanto cree, que no olvide que la soberbia es pecado.
Además, Chile superó a Suiza. El partido fue lo de menos -los chilenos volvieron a exhibir un fútbol potable-, porque, una vez más, el nivel actoral de los futbolistas lo eclipsó todo. Un chileno logró la expulsión de un suizo y un suizo sólo sacó la amarilla para un rival después de sendos desmayos tras forcejeos con un rival. Vergüenza ajena dan actuaciones como éstas, sea el que sea el color de la camiseta del tramposillo en cuestión.
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