Revista Cine
En el segundo episodio de Mildred Pierce (EU, 2011), la teleserie producida por HBO y MGM, y dirigida por Todd Haynes, Kate Winslet se apropia por completo del personaje y de la historia. En este capítulo vemos a la señora Winslet pasar de la ira al gozo a la tragedia al derrumbe emocional. Todo un tour de force interpretativo. Hay un momento en especial, hacia el final del episodio, cuando Mildred ha escapado a Santa Barbara con el vividor Monty Beragon (Guy Pearce), en el que Winslet abraza a Pearce en la playa, como dejándose llevar por ese instante de inesperada libertad. Se trata de unos cuantos segundos, pero Winslet sostiene una mirada de alegría, de juventud, como si de repente se descubriera a ella misma protagonizando una encantadora comedia romántica. En este momento Winslet nos hacer recordar por qué ella fue una juvenil estrella romántica hace más de una década. Es apenas una pausa, un mero descanso para Mildred... y para Winslet, por supuesto. Porque luego vendrá la tragedia.En esta segunda parte se prepara el terreno dramático para lo que veremos en los episodios subsiguientes: el huevo de la serpiente criado por Mildred -su hija, la genuinamente insoportable monstruita Veda (espléndida adolescente Morgan Turner)- seguirá desarrollándose bajo el sentimiento de culpa de la luchona mujer, que está a punto de abrir su propio restaurante para no avergonzar a la detestable mocosa, que se cree hecha a mano y no lo puede evitar. Para eso tiene a su mamá que, a partir de la tragedia, estará dispuesta a todo.