Revista Cine
En el tercer episodio de Mildred Pierce (2011) "a film by" -no "la miniserie de"- Todd Haynes, el centro de la trama está ocupado por el dinero. Con la inminente elección de Franklin D. Roosevelt como Presidente de Estados Unidos y el fin de la Prohibición como telón de fondo, la crecientemente exitosa Mildred (Kate Winslet ya desatada) ve su restaurante florecer. Del mismo modo que el dinero entra, también sale: a los bolsillos de su fiel gigoló, el aristócrata venido a menos Monty Beragon (Guy Pearce), y para sostener los gastos de la estrangulable hijita-de-mamá Veda (perfecta monstruita Morgan Turner).El dinero -y lo que se compra con él- es central enla novela original de James M. Cain, que tan fielmente ha sido adoptada por Haynes y sus coguionistas. Pero también es central eso que no puede comprar Mildred con el dinero: la "clase" que ella siente que le hace falta, el amor de su hija que no puede conservar, la seguridad en sí misma que se le escapa cuando sale de su restaurante para ir a un country-club. Winslet encarna a la perfección ese sentimiento de inferioridad que, en un par de memorables escenas, es derrotado por la ira nacida del orgullo.