Revista Cultura y Ocio

Miles y Juliette

Publicado el 26 mayo 2014 por Portman918 @ecosdelvinilo
Gréco: "Miles, ¿realmente volverás?"


Miles y Juliette[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloHoy el Picasso de la música, Miles Davis, cumpliría 88 años. El destino se lo llevó a lo alto antes de tiempo, pero más allá de su ausencia nos queda su legado, gigantesco, genial, absoluto, así como una vida que da para un Everest de biografías. Precisamente para conmemorar su nacimiento hemos querido compartir un impresionista extracto del libro  Miles, la autobiografía (Miles Davis, Quincy Troupe; Alba Editorial 2009). Las palabras nos llevarán por un instante a un volcánico encuentro entre el maestro y la musa Juliette GrécoMiles y Juliette"Bien, atravesamos todo el vestíbulo, que ahora estaba silencioso como un mausoleo, tomamos el ascensor y subimos a la suite de Juliette. Ella abrió la puerta, me rodeó con sus brazos y me dio un gran beso. Yo le presenté a Art, que estaba detrás de mí muy cohibido, y vi cómo la alegría se desvanecía de su cara. Es decir, fue evidente que lo que menos deseaba era ver, en aquel momento y allí, a aquel negrito. Estaba verdaderamente decepcionada. Pero, en fin, entramos, y su aspecto era el de una hijaputa total, más bella aún de como la recordaba. Mi corazón latía aceleradamente y procuraba tener mis emociones bajo control, por lo que reaccioné ante Juliette mostrándome frío con ella. Adopté mi papel de macarra negro.Principalmente porque estaba asustado, y también porque la actitud de macarra se me había pegado mientras fui un yonqui. Le dije: «Juliette, dame algo de dinero. ¡Necesito dinero ahora mismo!» Ella fue en busca de su bolso, sacó unos billetes y me los dio. Pero su cara mostraba una expresión de completo asombro, como si no creyera lo que estaba ocurriendo. Yo cogí el dinero y di unas vueltas en derredor, mirándola fríamente. En mi fuero interno ansiaba abrazarla y hacerle el amor, pero sentía miedo de las consecuencias que aquello tendría para mí, miedo de no ser capaz de dominar mis emociones.Al cabo de unos quince minutos le dije que tenía algo que hacer. Ella me preguntó si volvería a visitarla, si no sería posible que fuera a España con ella cuando rodase la película. Le respondí que lo pensaría y la llamaría más adelante. Dudo que nadie la hubiese tratado anteriormente de aquel modo; tantos hombres la admiraban y deseaban que probablemente habría conseguido siempre lo que quiso. Cuando me dirigía a la puerta, me preguntó: «Miles, ¿realmente volverás?» «Vamos, cállate. ¡He dicho que te llamaré más adelante! » En mi interior anhelaba que ella encontrase algún medio de obligarme a quedarme. Pero la había humillado tanto en aquel reencuentro que el desconcierto le impidió hacer otra cosa que dejarme marchar. Más tarde llamé y le dije que estaba demasiado ocupado para ir con ella a España, pero que, si iba a Francia más adelante, trataría de localizarla. Estaba tan perpleja que no supo qué hacer, pero accedió a que nos viéramos en un próximo futuro, cuando yo fuese a Francia. Me dio su dirección y número de teléfono, colgó, y así quedó la cosa.A la larga volvimos a reunirnos y fuimos amantes muchos años. Le conté cuál era mi problema cuando la visité en el Waldorf, y lo comprendió y me perdonó, aunque reconocía que se había sentido extremadamente confusa y frustrada por la forma en que la traté. En una de sus últimas películas (una película de Jean Cocteau, creo) se la ve colocando una foto mía sobre una mesa, junto a su cama, claramente reconocible.Miles y JulietteÉste fue, pues, uno de los aspectos en que cambié desde mi drogadicción: me había encerrado en mí mismo para protegerme de lo que consideraba un mundo hostil. Y a veces, como en el caso de Juliette Greco, no sabía quién era mi amigo y quién mi enemigo, y en muchas ocasiones no me paraba a averiguarlo. A fin de protegerme no permitía a casi nadie que penetrase en mis sentimientos y emociones. Durante mucho tiempo me dio resultado."


Fuente: Miles, la autobiografía / Miles DavisQuincy Troupe (Alba Editorial 2009)



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