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Por fin la costurera de Gijón a la que Rodrigo Rato pedía una indemnización de 380€ por la pérdida de unos cojines, puede descansar tranquila, porque, tal vez, sean estos lo único que haya aparecido en el registro de la casa del exvicepresidente; al menos es lo que cabe esperar tras la intervención policial. Aunque el secreto sumarial impide saber si se han descubierto datos relevantes y dinero, de lo que no cabe duda es que no se ha encontrado ni pizca de vergüenza en ningún rincón del domicilio.
Porque que un exministro de economía y exvicepresidente económico del gobierno; que todo un exdirector gerente del FMI y miembro de innumerables consejos de administración, se acogiera a una amnistía fiscal junto a otros 704 ladrones; que además esté imputado por el caso de ‘las tarjetas Black’, la fusión y salida a bolsa de Bankia, por blanqueo de dinero y alzamiento de bienes, y que pese a todo tuviera los santos ‘cojines’ de pedir una indemnización a la sufrida costurera, demuestra que tiene no sólo ‘un par’, sino que además se pasa por ellos lo que la ciudadanía piense de él…al menos antes de que los suyos le dejaran caer en una maniobra electoralista que demuestra que ni el uno ni los otros se casan con nadie, así se trate de dinero o de votos. En definitiva, una prueba más de que estamos gobernados por corsarios que para sí los quisiera “el pirata malo de pata de palo y parche en el ojo” en su tripulación.
Y es que con esa media sonrisa con que toca campanillas o cojines, con ese aspecto bizarro y canalla, trasnochado y casposo de anfitrión de fiestas cutres y putas caras, nadie puede imaginar que 380€ signifiquen tanto para él, habida cuenta que se calcula en unos 27 millones de € el dinero que tiene sólo en Suiza. Lo cierto es que no es por dinero. Es por una cuestión de valores y educación (curioso que vayamos llorando por los rincones los resultados de los informes PISA y no nos planteemos qué hemos hecho mal para nombrar Doctor Honoris Causa a personajes como Rato, Mario Conde o Díaz Ferrán entre otros muchos) Los tipos como él, esos que han tenido nuestro destino en sus manos, actúan así para poner las cosas en su sitio: yo estoy aquí y tú ahí. Yo pertenezco al Olimpo, tú eres un mero mortal sometido al albedrío de los dioses. Lo de Rato no es la caída en desgracia de un villano; es, al menos en apariencia, los últimos estertores de una forma de ver la vida y un estilo de entender la política que gracias a la acción judicial da los últimos coletazos. Es el fin de una era: la de Aznar y ‘uno de los nuestros’.
Hay un algo especial cuando ves caer un personaje así. Una sensación de descanso más que de triunfo. El simbolismo de la mano de ese policía empujando su cabeza dentro del coche es más que evidente: es su mano transmutada en la del ciudadano que, en un acto de despedida, le dice: Adiós, Rodrigo. Tus días de vino y rosa han llegado a su fin.
Esta receta lo celebra. Y lo hace como no podía ser de otro modo con un postre, el colofón de una velada que bien puede simbolizar el de una vida deshonesta: Milhojas al estilo Rato. Mil hojas, como el entramado de sociedades, cuentas, cargos, caras y vidas que ha vivido sin ningún tipo de remordimiento. Sencillísimo y tan rápido de elaborar como a él le ha resultado mover empresas y millones: tan sólo necesitarás obleas, crema de chocolate…y un rato. Un postre que te retirará definitivamente, si no de trabajar, sí de las galletas de barquillo industriales, y del que no dejarán ni las migas en cuanto lo pongas en la mesa.
Que lo disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 1 bote de crema de cacao
- 1 paquete de obleas grandes
ELABORACIÓN
- Siéntate cómodamente, y con una cuchara ve extendiendo crema de cacao por las obleas superponiendo capas hasta adquirir el grosor deseado o se acabe el bote.
- Déjalo reposar en la nevera al menos 1h para que la milhojas adquiera consistencia.
Umm, Sencillísimo, muy económico y espectacular. A disfrutar.
NOTA
Las obleas se compran sin problema en grandes superficies. Te recomiendo que la crema de cacao con avellanas sea la ‘chocolateada’ y no la blanca, porque ésta endulza la milhojas en exceso. Puedes también cubrirla con nata o chocolate, pero tan solo como una galleta gigante de barquillo está deliciosa y te hará adicto a este ‘huesitos’ gigante.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Tengo un trato, la Mala RodríguezPara la degustación: Nos sobran los motivos, Joaquín Sabina
VINO RECOMENDADO
Freixenet semi seco. DO Cava
DÓNDE COMER
En el patio del colegio, compartida con el resto de compañeros, donde se convertirá en el ‘huesitos’ de tu vida y tú en el protagonista absoluto. O en mesita auxiliar, sentados en el sofá frente al televisor a media tarde, compartiendo con los amigos las últimas novedades del ‘caso Rato’.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
En el patio, correr mucho, huyendo de la insistencia glotona de los compañeros por tu milhojas; y en el sofá, gesticulando cuanto puedas mientras haces aspavientos de sorpresa con cada nueva noticia sobre Rato.