Revista Humor

Mimar al cliente

Por Pilarm

Hace unos días, mi Querido y dos compas afotadoras más nos marchamos a hacer fotografías a la Feria Medieval de Buitrago de Lozoya, aunque finalmente más que fotos lo que hicimos fue babear -por los postres caseros-, seguir babeando y comer.
Había de todo: salchichones, aceite, caramelos, queso, quesada, patatas rellenas... y un sinfín de puestos de artesanía. Nos parabamos en la mayoría, sobre todo si eran de comida, había que disfrutar de los olores y hacer hambre para más adelante.
En uno de esos puestos que nos paramos tenían un producto que quería comprar, algo que pensé hacer hasta que la dueña se puso tonta. Una de las personas con las que ibamos hizo una foto porque vio algo que le gustaba, a lo que la mujer preguntó para qué quería la fotografía -una duda razonable y normal que se ha dado en más de una ocasión-, al poco, dijo que no quería ser desagradable pero quería saber esas cosas porque venía mucha gente a las ferias haciendo fotos y se había encontrado ya una vez su puesto calcado.
Siguió con su verborrea y remató con un: Mucho calláis. Pues sí señora, callamos por no contestarle mal y porque soy más educada de lo que usted ha demostrado ser. Eso y que no tengo porque aguantar que una tia insinúe que somos espías comerciales por llevar una cámara de fotos. Bastante que en Londres te toman por terrorista.
Todo esto un rato después de que su marido nos dijera que nos cambiaba las cámaras por productos, a lo que pensé: mi cámara vale más que todo su puesto... pero tampoco iba a quitarle la ilusión al señor. Lo que sí les quité fue una venta, porque finalmente no la realicé y tengo claro que sitio en el que vuelva a verles, sitio en el que no sólo no les voy a comprar, sino que voy a decir que no compren ahí.
No penséis que solamente es por decirnos que eramos espías comerciales, sino porque como no le respondimos, a pesar de que no quería ser desagradable, lo fue bastante, además de maleducada. Porque se ve que ella era una vendedora a la antigua usanza y no se ha enterado de que al cliente o cliente potencial hay que tratarlo bien, que hoy en día las cosas se saben por todos lados y que el boca a boca es más potente que un anuncio en la televisión.
Si vais a ferias de artesanía, medievales o de comida casera -o como sea- fijaros mucho en cómo se comportan los dueños, dice mucho de ellos. Con contaros que el de salchichones hasta se apartó para no salir en la fotografía, menuda diferencia. Y si veis a un matrimonio de mediana edad, ella con cara de vinagre y rubia de bote, andaros con ojo, sobre todo si decidís llevar la cámara.
Por mi parte, si alguien quiere contactar conmigo para hacer de espía comercial, no tengo problema, no sabía que tenía un nuevo horizonte para mi profesión. Lo que se aprende llevando una cámara colgada al hombro.


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