Mimí Elso
En un ambiente de cuidada decoración y delicada atención, la artista local realizó un recital de corte más bien intimista, en el que, acompañada solo de su piano, se paseó con soltura por un amplio repertorio, que incluyó clásicos del jazz, el bossa nova, baladas, y temas de su propia autoría, siempre haciendo gala de su voz dulce pero poderosa y de su natural simpatía.
Durante el concierto, se le sumó su maestro de piano, Javier Hernández, quien gentilmente accedió a subir al escenario, lo que sin duda se agradece pues se prodigó en florituras e improvisaciones en el instrumento, y a su vez le permitió mayor libertad a la cantante para regalarnos con la fuerza expresiva de su voz.
Nota especial mereció la carencia de presentación de la artista al público por parte de la administración del local, lo que dió pié a que se produjera un poco grato incidente, pues una persona del público, que se encontraba compartiendo con sus amigos en una de las mesas, y que evidentemente no reparó en que se trataba de un recital de una artista de género, y no un acompañamiento de músicos de pub, solicitó que se interpretara un tema totalmente ajeno al repertorio de la cantante, petición que naturalmente la artista no satisfizo.
El asunto no habría pasado a más, pero los integrantes de la mesa, aparentemente conocidos de la dueña del local, le hicieron ver esta situación, y ella a su vez solicitó a la artista, muy delicadamente por cierto, dar cumplimiento a las peticiones del público.
Sin embargo, y como todo puede tener un giro positivo según y cómo se enfrenten las circunstancias, el poco grato malentendido, dió pié para que Mimí ampliara aún más su repertorio, y se aventurara con interesantes improvisaciones de música romántica en español, siempre interpretadas con su particular estilo y su inconfundible sabor jazzístico. Bien por Mimí, y bien por nosotros, que pudimos disfrutarlo.
Mal por el local, por la descortesía de no presentar a la artista invitada, y mal también por la falta de cultura de ciertas personas que, si bien no están obligadas a conocer a todos los artistas, al menos deberían percatarse de que si un cantante lleva una hora interpretando temas de jazz y bossa nova, no es pertinente pedirle interpretar un tema de pop-rock completamente ajeno al repertorio.
En fin, más allá del singular episodio, disfrutamos de una gratísima velada, acompañados de muy buenos tragos y un interesante picoteo de queso camembert apanado, especialidad de la casa totalmente recomendable.
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