A las mimosas, de niña, no les daba importancia.
Formaban parte del paisaje cotidiano.
Pautaban mis pasos en el camino a la escuela.
Estaban allí, las veía por doquier (que se dice), y no necesitaba adueñarme de ellas.
Ahora sí.Ahora sí necesito apropiármelas.Antes -si puede ser antes- de que llegue febrero, cuando crece la luz, necesito tener sobrela mesa-escritorio del recibidor de casa un buen ramo de mimosas: pese a la crisis, pese a las alergias de Martin, pese a lo latosasque llegan a ser cuando empiezan a secarse y se desparraman y esparcen sus "flores" y su polvillo...
Pese a todo eso y más (la mirada resignada de Lluïsa)...no prescindo de esa llamarada de luzni de su belleza, cristalinayminúscula.
Sé que el racimo de una mimosa puede llegar a ser enorme y desordenado, pero... hay invasiones aceptables.
(Me documento un poco y... cierta inquietud al leer que "como tienen raíces superficiales pueden presentar problemas de anclaje". Y me pregunto si será será...)
Además, ese nombre es precioso.
¿O no?
(Bueno, si lo pienso, a lo mejor me suena demasiado a burdel de lujo: quizá por haberme recientemente reenganchado a "Amar en tiempos revueltos", dado que tengo a mi madre convaleciendo en casa, o tal vez porque si en Google sólo se pica "Mimosa"... pues aparece lo que aparece)
Volvamos al relato.
Hubo un tiempo en que me divertía poniendo a prueba a mis amigos. Si organizaban una cena o un evento en tiempo de mimosas, me presentaba con un enorme ramo, y una disculpa: "Ya sé que son difíciles".
A menudo, su reacción inmediata me servía para... ahondar brechas o estrechar lazos.
Tengo una amiga, Vane, que vive en una masía de Celrá (Girona) flanqueada por un inmenso árbol de mimosas. Un día la amenacé con instalarme allí una semana o dos o tres... hasta saciarme de ese perfume y de esa luz. Tal vez lo haga próximamente.
P.D. Acabo de ver la primera revelación de ese esplendor en un jardín privado de Les Corts. Me pareció algo temprano, pero me paré y sí... estaba cuajado de flores diminutas y las ramas arrastraban...
¡Una feliz señal!