Revista Libros
Introducción
Resulta paradójico que en el año 2011 aún no exista ningún estudio sobre la historia de las minas de carbón en la zona de San Cebrián de Mudá. Desde los años ochenta en que aparecieron los primeros libros sobre la minería en el valle de Santullán y los posteriores trabajos publicados sobre las mjnas de antracita de la provincia, mucho camino se ha recorrido para salvaguardar la memoria de uno de los sectores productivos que más han marcado el desarrollo económico del norte palentino. Inexplicablemente San Cebrián ha quedado al margen de dicha dinámica. Su importancia histórica, la gran cantidad de información que ha generado en sus más de 150 años de vida y el interés que desde el Ayuntamiento se ha mostrado por rescatar los restos de su legado minero hace aún más necesario un estudio pormenorizado de sus explotaciones. Por su extensión, este artículo no pretende ser la solución al problema, aunque quizá pueda ser un comienzo que provoque el interés de nuevos agentes que sigan profundizando en la investigación de esta importante parte de la historia del carbón en Palencia.
Cuando comencé a documentarme sobre las minas de San Cebrián tenía clara la perspectiva que quería dar a este estudio. Muchos de los trabajos que se realizan sobre las cuencas mineras se centran en los aspectos económicos de las empresas, completados con referencias sociales de la vida de los trabajadores, y dejan en un segundo plano dos apartados de notable importancia: la geología del yacimiento y la explotación minera. Estas investigaciones ofrecen abundante información de la marcha económica de las empresas, pero suelen presentar carencias a la hora de explicar el funcionamiento de las minas. En mi opinión, para descifrar los datos obtenidos en los archivos se requiere un trabajo de campo que pasa por conocer la geografía de las mjnas, recorrer el mapa, buscar sus viejas bocaminas y andar por las laderas de la montaña pisando las explanaciones de las vías mineras abandonadas. Y así, una vez calizados los restos exteriores y fijados los antiguos accesos, es cuando los planos de labores pueden guiamos por el interior de la mina, por las galerías generales, los pozos inclinados, las capas o las fallas.
No es tarea fácil describir un yacimiento minero y seguir su vida a lo largo de siglo y medio de explotación, y no solo porque todos estos aspectos varíen de forma obligada de una zona del yacimiento a otra, cuando las características de este cambian, sino también porque con los nuevos tiempos se introducen soluciones más rentables, ya que lo que en un momento pareció adecuado se vuelve obsoleto y arcaico. La mina hay que entenderla como un organismo vivo, en constante evolución, donde cada decisión solo se entenderá correctamente si se enmarca dentro del complejo sistema de este organismo.
Fernando Cuevas Ruiz
Editorial Aruz
Colección Historias de la Montaña Palentina
Julio de 2011
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