“Con consciencia plena, podemos preservar nuestra alegría interior… Podemos crear un fundamento de amor, paz y libertad dentro de nosotros mismos.”
Vistos los resultados de las elecciones y como se va a poner el percal por Europa, con todos esos partidos “rarejos” (vamos, nazis y fascistoides, miedito tengo) que van a acampar por el parlamento (si queréis, os he preparado una reseña de ellos, pinchad aquí y que la suerte os acompañe), casi que necesitaremos algo para no perder la cordura ya que el esperpento está garantizado desde Bruselas. Nos harán perder los papeles a los que vamos a seguir con los ojos como platos este circo que se avecina. La verdad es que el pasado festival de Eurovisión ya fue premonitorio de la que nos venía encima.
Ante este panorama me he vuelto loco preventivamente y os propongo un arma contra el estrés, aún no se si funciona pero si lo hace, soluciona uno de los males más graves que padecemos. Andamos tan achuchados que nos olvidamos de dónde hemos aparcado y hasta de quiénes somos y ni siquiera vivimos conscientes de lo que hacemos en cada momento, funcionamos en “piloto automático” (como gran parte de Europa al ir a votar, es broma, la gente sabía muy bien lo que se hacía, os lo juro). No apreciamos el valor de un ratito con uno mismo y parece que huyamos de nuestra sombra, encendemos la tele o nos ponemos a leer este blog.
Esto dicen que se puede paliar practicando Mindfulness, que no es el nombre de un grupo post moderno. Consiste en estar consciente, saborear el momento. Para ello no hace falta largarse al Tíbet, se puede conseguir en casa o hasta en el Metro si el olor a humanidad nos lo permite, claro.
¿Verdad que te ha pasado estar en un sitio precioso y que de repente la cabeza se vaya hacia mil preocupaciones? ¿Y si fuésemos capaces de arreglarlo dirigiendo la atención a nuestra respiración? No es fácil pero haciéndolo la cabecita díscola, regresa junto con el cuerpo y recuperamos esa paz. ¿A que es genial? Pues ahí está la gracia del Mindfulness, el secreto está en ser capaces de parar y respirar.
Dicen que la consciencia plena es el origen de la felicidad y que todos podemos conseguirla. Hemos de detenernos, parar el mundo. ¿Y eso cómo se hace? Según Thich Nhat Hanh, maestro Zen, dominando el caminar y la respiración consciente podremos practicar el TODO consciente y estar siempre en el aquí y ahora, ¡casi nada!
Eso es la pera, pero, ¿para qué sirve? Parece que esto puede permitirnos ser felices o, por lo menos más conscientes. Casi nada, ¿verdad? Podemos practicar con cualquier cosa (no valen las letras de la hipoteca ni la multa de la O.R.A., no seamos masoquistas), propongo una flor. La sostenemos en la mano fijándonos en ella, usando la respiración consciente esa que hemos comentado antes. En vez de dejar que la cabecita se marche a la Luna, mantén la atención en la flor. Si no consigues nada por lo menos la concentración ya de por sí, con estos tiempos que corren, es un éxito.
Si no tenemos algo de felicidad, no tendremos medios para librarnos de la desesperanza. Con Mindfulness, podemos conservarla y así no sucumbir a la que nos viene encima…
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