Revista Comunicación

Mini estados-ciudades flotantes libres de impuestos

Publicado el 23 marzo 2015 por Jamesnava123

Mini estados-ciudades flotantes libres de impuestos

Una de de las grandes ideas actuales para crear y expandir la riqueza procede de Patri Friedman, uno de los nietos del Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, y consiste en la creación de mini estados-ciudades flotantes en aguas internacionales, que llevarían bandera de conveniencia o propia, y una regulación fiscal muy baja o inexistente. ¡Gran idea! ¡Sí, señor!
Detrás de este proyecto encontramos a algunos de los propietarios de las mejores empresas de alta tecnología de Sillicon Valley, hartos de tener que pagar con sus impuestos los excesos de burócratas que no saben ni hacer clic en el icono pero gastan dinero público que se las pelan.
Son socios en esta aventura el citado Patri Friedman y Peter Thiel, fundador de Ebay y Pay Pal, y uno de los principales inversores de Facebook, quien ya ha aportado más de dos millones de dólares a la fundación que trabaja para hacer realidad este bonito sueño, el Seasteading Institute. Pero no son los únicos que participan, hay más gente que permanece lejos de los focos discretamente prestando su apoyo y financiación.
Cuando todo el tinglado esté en marcha, tendremos una especie de mini estados-ciudades flotantes, instaladas sobre plataformas marítimas u otras instalaciones, que en la práctica serán como miniestados, denominados seasteads, en los que se crearán comunidades independientes con sus propios sistemas, jurisdicción, régimen fiscal (esto es lo interesante), etc, al margen de los Estados rapiñas en que se han convertido buena parte de los países avanzados.

 

La idea es revolucionaria e impactante, introduce un elemento de competencia fiscal muy sano, y crea refugios para los inversores dispuestos a arriesgar su dinero en proyectos que merecen la pena, lejos de las garras de los ministros de Hacienda. Porque de lo que se trata es de crear pequeños estados fundados por la iniciativa privada, una suerte de paraíso capitalista sin los lastres de los sistemas de bienestar occidentales.
La primera ciudad flotante impulsada por el Seasteading Institute, que tiene sede en Silicon Valley (California), será una plataforma de oficinas frente a la costa de San Francisco con el nombre de Blueseed, y que estará diseñada para la experimentación y la innovación de sistemas sociales, políticos y jurídicos. Será un centro de trabajo independiente de la legislación estadounidense, libre de burocracia, normas absurdas, los corruptos habituales que están empotrados en toda Administración, y con una regulación flexible. Por ejemplo, permitirá conseguir todos los permisos de trabajo que necesitan los ingenieros extranjeros que trabajen en empresas de alta tecnología o de investigación médica. O sea, una bicoca. En estas ciudades maravillosas ni los impuestos, ni la regulación ni las patentes ni las bobadas de los burócratas habituales, serán trabas o problema para el desarrollo de empresas o proyectos de interés.
La plataforma estará situada a 12 millas de Silicon Valley, por lo que el transporte se hará en barco o helicóptero y apenas supondrá un desplazamiento de media hora, como mucho. Un chollo.

 

Teniendo en cuenta que el 70% de la superficie del planeta son aguas internacionales, contamos con una superficie inmensa para llevar a cabo este proyecto, sin duda uno de los más interesantes de la escena internacional, que tendría en su desarrollo un desafío en el establecimiento de vínculos diplomáticos y políticos con los Estados soberanos tradicionales que permitiera legitimar estas comunidades a nivel internacional e integrarlas en la política global. Cosas más raras se han visto, y esta al menos tiene beneficios evidentes. Otro de los desafíos es atraer inversores y emprendedores a estas alegres miniciudades, que a poco que se pague en impuestos, van a tener cola. Fijo. Un paraíso del capitalismo y la tecnología así es lo que hace falta para darle un impulso a este mundo en crisis.
Por no hablar de las oportunidades que se crearán para los ingenieros y constructores que se animen a participar en la creación y construcción de estos miniestados que abrazarían sin rubor un sistema de corte libertario pero sin pasarse de la raya, abierto, estimulante para los inversores y los nuevos proyectos. En suma, positivos para el progreso de Estados Unidos y del mundo, que se beneficiarían sin ninguna duda.
Estas micronaciones permitirían además ensayar en la práctica nuevas ideas de gobierno, de gestión, de desarrollo de una nueva economía, permitiendo trasladar los modelos más exitosos al resto del mundo con cambios que favorecerían a la gente a nivel planetario. Es una de las mejores formas de explorar un sistema de libertad absoluto, sin regulaciones perniciosas y robos institucionalizados que estamos tolerando ahora.
Estas ciudades estados flotantes son los nuevos espacios de libertad impulsados por los que realmente creemos en la libertad. Y participar es libre, por supuesto. Faltaría más.

 


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