Para esta cuarta entrega de mini-reseñas traigo dos lecturas a las que llegué con muchas ganas pero de las que salí con bastante indiferencia. En una de ellas -la primera que comento- la falta de feeling fue tal que el comentario que dejé en su día en mis perfiles de redes sociales -os recuerdo que, como os conté en la primera entrada para esta sección del blog, las mini-reseñas están consistiendo o consistirán en su mayor parte en la reproducción de los comentarios que hice en redes sobre lecturas que en su día no traje al blog- fue tan escueto que he querido ampliarlo para traerlo a esta entrada. Se trata de dos novelas. Una de ellas la leí en julio del año pasado; la otra, en abril de 2021. Una de ellas está escrita por un español; la otra, por una japonesa. El autor de la primera de ellas responde a un viejo nombre conocido con el que decidí por fin estrenarme; con la autora de la segunda ya había tenido un encuentro previo que además había sido plenamente satisfactorio. En resumen, dos lecturas que no fueron para mí (aun así, alguna cosilla me he llevado de cada una de ellas), pero que quizás hayan sido o puedan ser para alguno de vosotros. Con ellas os dejo.
Solo humo - Juan José Millás
Me he estrenado con Juan José Millás con Solo humo. La sinopsis y la belleza de su portada hicieron esta novela irresistible para mí. Ha sido una lectura interesante, pero, a la vez, me he quedado muy al margen de la historia que narra. Ha sido un poco triste no haber podido abstraerme en esa historia que, precisamente, juega con los difusos límites entre la realidad y la ficción. Y como es el primer libro del autor que leo no sé muy bien si esa falta de feeling es por él, es por mí o por este libro en concreto. En fin, cosas que pasan.
Cosas que, por lo que he podido comprobar, no son a la única que le pasan. Cuando colgué este breve comentario sobre esta novela en mis perfiles de Facebook e Instagram, fueron varios los lectores que me hiceron saber que tampoco tenían demasiada sintonía con este autor. De todas formas, es difícil irse de una lectura sin llevarse algo y esta novela de Millás no ha sido para mi una excepción. Me hizo pensar sobre el significado de la palabra turbiedad o, más bien, sobre a qué tipo de personas suele calificárselas de turbias. Sobre el padre del protagonista de Solo humo se dice una y otra vez que es un hombre turbio. La madre de ese protagonista se lo recalca una y otra vez sin darle más explicaciones que el hecho de que su padre se desatendió de él tras la separación del matrimonio. El joven llega a buscar "sinónimos de turbio en el diccionario y encontró los siguientes: confuso, oscuro, complicado, difícil, opaco, sombrío, turbulento...". Cuando el muchacho se entera de que su padre ha muerto y de que ha heredado la casa de este le pregunta a su madre por qué su padre vivía solo, a lo cual esta responde: "Porque era un hombre turbio [...], y los hombres turbios suelen vivir solos". Ya en la casa del padre, el protagonista descubre que este era un gran lector, así como un cuaderno inacabado escrito por el progenitor. "Los hombres turbios, pensó, escriben cosas turbias". No puedo evitar pensar que a lo mejor yo también soy turbia, así como unirme mentalmente a ese brindis por la turbiedad que se produce en un momento de esta novela, la cual, me hubiera encantado encontrarla confusa, oscura, complicada, difícil, opaca, sombría, turbulenta, es decir, turbia, pero no ha sido así.
La policía de la memoria - Yoko Ogawa
La cita no tardó en concertarse pero he de decir que el amor no ha fructificado. Su lectura me ha dejado muy fría. A punto he estado de abandonarla porque no conseguía conectar ni con la historia ni con los personajes. La premisa de partida es una isla en la que van desapareciendo paulatinamente cosas y por ende también desaparecen los recuerdos de esas cosas de las mentes de sus habitantes. El problema es que o yo no entiendo bien el desarrollo de las pérdidas tanto de cosas como de memoria o se incurren constantemente en contradicciones, lo cual hace que no me resulte convincente y me impide también meterme en la lectura.
Los habitantes de esa isla asumen las desapariciones con auténtica impasibilidad. De hecho, más que una novela sobre la pérdida de la memoria casi me ha parecido más una novela sobre cómo actúa una población sometida a un régimen totalitario. Supongo que tanto lo uno como lo otro conllevan, más tarde o más temprano, a la pérdida de identidad; tal vez sea eso de lo que nos quiera hablar Yoko Ogawa en esta novela.
Al hilo de esto, hay dos historias contenidas en esta historia que tocan el tema de la pérdida de identidad a través de la pérdida de la voz y que son, precisamente, lo que más me ha gustado de esta novela. Se trata de la historia de los sirvientes bruñidores de plata y de uno de los capítulos de la historia de la mecanógrafa, la novela que está escribiendo la protagonista y narradora de La policía de la memoria.
Bueno, no ha habido feeling esta vez. Cosas que pasan.
Sentí un flechazo con este libro nada más verlo. Descubrí a su autora, Yoko Ogawa, hará unos tres años [tres años cuando escribí esto, ahora que lo traigo al blog hará unos seis] con La piscina. Me encantó entonces la prosa de la japonesa, lo que contaba en ese librito y la construcción de su protagonista. Tenía ganas, por tanto, de repetir con Ogawa, pero me faltaba encontrar el libro que me dijera léeme. Pues bien, ese libro ha sido La policía de la memoria, una novela con un registro completamente diferente a la que ya había leído pero que parecía iba a ahondar en el tema de la memoria de manera muy original y a la que se me antojaba podría sacarle mucho partido.
Traductor: --- / Juan Francisco González Sánchez
Editorial: Alfaguara / Tusquets
Año de publicación: 2023 / 2021 (1994)
ISBN: 978-84-204-7311-6 / 978-84-9066-909-9
Si te ha gustado...