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MiniCuento XXIII: El pasillo

Publicado el 08 abril 2014 por Anilibro @anilibro

Algunas veces las historias que me vienen a la cabeza son oscuras como esta. Mejor dejar que salgan fuera y que no aniden dentro. Quizás sirva para avisar a alguien, no lo sé. Pero lo mejor es que los que se den como aludidos tomen nota. Espero que os guste este nuevo MiniCuento:

MiniCuento XXIII: El pasillo

Las paredes de los oscuros pasillos estaban llenas de pintadas. El suelo, hace mil años enmoquetado, tenía un color marrón verdoso debido a la mezcla de desperdicios que se acumulaban en el suelo. Se habían ido depositando durante el abandono del inmueble, pero ahora iban in crescendo por el dejado uso que la pandilla que lo ocupaba. El ‘Viru’, enfundado en botas militares, desgastados vaqueros y camiseta de Green Day, intentaba llegar hasta la habitación en la que se originaba la atronadora música que inundaba el lugar. Apenas podía mantenerse erguido, mientras deambulaba por el pasillo. Había dejado de contar las cervezas que se había tomado, cuando a la sexta litrona le había ofrecido una pastilla con una especie de lagarto impreso.

Avanzar por el pasillo le era una deliciosa locura. Las paredes se curvaban, el suelo se inclinaba peligrosamente bajo sus pies y el techo cambiaba de altura. Usaba las manos para apoyarse en las sucias paredes. Tenía la mirada fija en la puerta del fondo del corredor, así que no era consciente ni de donde pisaba ni de donde ponía las manos. Manchándoselas con la porquería de los muros y arañándoselas con los cascotes de algún que otro hueco ocasional.

Inspiró profundamente, abriendo los pulmones todo lo que pudo, a la vez que echaba la cabeza hacia atrás y extendía los brazos. Percibió el aroma de la marihuanaa. Sonrió. Seguro que estaban allí sus colegas el ‘rata’, el ‘colilla’ y la ‘dirty’. Se habían separado antes de salir del antro en el que solían emborracharse antes ir al edificio abandonado. “Ahhhhh, seguro que el ‘colilla’ ha traído hierba de la buen” pensaba.

Se sujetó al marco de la puerta, para impulsarse y hacer una aparición estelar. El salto fue tan nefasto que apenas se elevó unos centímetros del suelo y cayó rodando al suelo. Lo encontró tan divertido, que rió a carcajadas con todas sus ganas sin siquiera incorporarse. Tras varios intentos se sentó en el suelo, como si desde el principio hubiese sido esa su intención.

- ¡Ehhhhhhhhhh, tiiiiiiiiiiiiios! – dijo mientras señalaba hacia el desvencijado sofá en que estaban sentados a sus colegas. Ninguno le devolvió el saludo – ¿Qué paaaaaaasa?

Ninguno se movió. El ‘Viru’ vió que todos tenían congelados gestos de dolor en sus rostros. La risa murió en su boca, prefacio de lo que vendría a continuación. Una terrible punzada le oprimió el pecho. Se encogió y cayó de costado en posición fetal. Levantó la mirada de nuevo hacia sus amigos, comprendió entonces que estaban todos muertos. Un nuevo acceso, aún más intenso, le impidió respirar. Con los ojos llorosos por el dolor, vio el rostro de la muerte sonriéndole desde el marco de la puerta. En su mano tenía una pequeña bolsa llena de píldoras, con un camaleón impreso.

FIN

Imagen: JonHodgson (DevianArt)

Nos leemos en el siguiente capítulo.

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