Qué difícil es hacer (y recibir) regalos cuando eres minimalista. Cuando a ti dejan de importarte las cosas materiales como te importaban antes, pero tienes que vivir con las mismas costumbres sobre los regalos, las fiestas… Aunque tengo que decir que ahora disfruto mucho más con los regalos que antes. Tanto haciéndolos como recibiéndolos, y voy a explicar por qué.
Si tenía que hacer un regalo, acababa siempre comprando cualquier cosa. Siempre lo dejaba para el último minuto y compraba lo que fuera. Y es que tenía la convicción de que lo que contaba era hacer el regalo, simplemente. No que fuera especial para la otra persona, porque, ¿cómo iba yo a saber qué quería exactamente esa persona? Muchas veces si era un regalo que se hacía en grupo, ni preguntaba, dejaba que se encargaran otros (con lo organizada que soy, cuesta creerlo). Y no era por falta de interés, es que la sola idea de pensar en algo, la presión de que a la otra persona le gustara, me resultaba tremendamente estresante. ¿No os ha pasado nunca cuando vais a comprar un helado y hay mil sabores entre los que elegir, que al final deja de ser divertido tener que escoger uno y se convierte en una tarea abrumadora? Pues eso.
Y si hablamos de recibir regalos, la cosa no era muy diferente. ¡La de cosas que me han ido regalando y he tenido acumuladas en mi vida! Madre mía… muchas cosas que no me gustaban, o a las que no conseguía encontrar utilidad, guardadas, o en estanterías. Un desperdicio absoluto, todo por la “obligación” de quedarse lo que a uno le regalan. Seguro que eso también lo habéis vivido.
Pero de nuevo el minimalismo ha sido lo que me ha hecho cambiar de mentalidad respecto a los regalos. En serio, ¿hay algo en lo que el minimalismo no influya para bien? Porque hasta ahora solo he encontrado ventajas :P
Cuando tengo que hacer un regalo…
– Pienso mucho en encontrar el regalo perfecto para esa persona (lo que me ha hecho preocuparme más en conocer los intereses de aquellos que me rodean de una forma más profunda).
– Nunca regalo por regalar, porque sé que eso solo lleva a una cosa: la acumulación de cosas inútiles.
– Si la persona en cuestión me ha dicho lo que quiere, se lo compro. Porque sé que lo quiere de verdad y no me importa tanto la sorpresa como que le sea útil o deseado.
– Busco siempre la opción más sostenible, hecha a mano, local, eco, etc.
– Intento siempre que puedo regalar cosas no materiales: viajes, actividades, una reserva en un restaurante, cursos, una suscripción un servicio… creo que se entiende: experiencias.
Desde que he cambiado el enfoque sobre lo que regalo y me lo he llevado al terreno minimalista, todos los regalos que he hecho han sido un hit.
Cuando me tienen que hacer un regalo…
– Si me preguntan, les paso mi lista de “Quiero” y “Necesito”, así aciertan seguro y como está todo el mundo harto de escucharme decir que no quiero cosas innecesarias, me suelen hacer caso.
– Me aseguro de repetir mi mantra de “por favor, si vas a comprarme algo prefiero que sea una cosa que de verdad me haga falta, no importa que no sea sorpresa, la sorpresa real es que tenga una utilidad para mí”, a familiares y amigos.
– Nunca me quedo un regalo que no necesite, no me guste/quiera, o no me resulte útil. No siempre tengo la suerte de que me regalen cosas que necesito o quiero, por supuesto. Pero no me lo quedo simplemente porque sea un regalo, es decir, por compromiso. Es una actitud estúpida. Yo me quedo algo que no quiero, para que tú no sepas que en realidad no me gusta (y seguro que quien te lo ha regalado pasa completamente de si te gusta o no).
Las cosas que no quiero porque no van con mi estilo de vida las vendo o las regalo. Sin remordimientos. Cuesta hacerlo al principio, pero a la larga es lo mejor para no vernos con mil cosas solo por compromiso.
– Suelo insistir bastante cuando se acercan fechas como Navidad o mi cumpleaños en que prefiero algo que pueda hacer con la persona en cuestión que un regalo material. Prefiero mil veces pasar el día con mis amigos haciendo algo especial a que me regalen algo.
En general intento no darle una importancia excesiva a los regalos materiales. Las cosas son solo eso: cosas. Es mejor poder disfrutar de la compañía de tus seres queridos y atesorar esos momentos que rodearte de objetos, por muy bonitos o útiles que sean. Pero a pesar de eso se puede disfrutar mucho del acto de regalar aunque seas minimalista, ¡yo lo hago!
Así que en estas fechas puedes aprovechar para ir implementando alguno de esos cambios de enfoque respecto a los regalos, por ejemplo, cambiando un par de regalos por otros más sostenibles y hechos a mano, o regalando experiencias. Sé que a veces no lo hacemos porque creemos que a la persona que lo va a recibir no le va a parecer suficiente (por no ser lo habitual o lo que está dentro de la norma), pero de verdad que es sorprendente lo mucho que puede emocionar recibir regalos así.
¿Qué regalos soléis hacer? ¿Hay algo que siempre os regalen y que en realidad no pegue en absoluto con vosotros? ¿Cuál ha sido el mejor regalo que habéis hecho (y que no sea algo material)?
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