Revista Opinión

Minimos comunes en la izquierda?

Publicado el 24 julio 2010 por Manuhermon @manuhermon
Acordar mínimos comunes para sentirnos a gusto con la definición de izquierdas me parece un ejercicio inútil, siempre que se intente meter en el mismo saco tantísima diversidad como la existente, lo importante en torno a un partido o coalición progresista, sería determinar dos cosas: las políticas a desarrollar y crear los sistemas democráticos de funcionamiento internos, que es lo verdaderamente difícil. Cuestiones ambas, que permitieran sumar voluntades para adoptar acciones concretas, que sirvieran para ocupar posiciones de gobierno, (central, autonómicos, locales, europeos), y otras posiciones de poder, no necesariamente gubernamentales, (los sindicatos, movimientos sociales u otros colectivos tienen cuotas de poder y no gobiernan) que permitieran influir a la sociedad en una dirección aceptada ampliamente, lo cual implica aceptar una sociedad democrática y a ser posible en esta generación en este momento, no en el futuro paraíso.
El párrafo anterior contiene polémicas implícitas, latentes en este mundillo, que influyen en la crisis de la izquierda, como es la cuestión del poder. Para mi no existe el poder, en singular, me recuerda el absoluto mas cercano a tiempos antiguos. En la sociedad moderna hay diversos y variados poderes, económicos, políticos, ideológicos, judiciales, sindicales, grupales, mafiosos, lobbys, siempre en plural porque no considero que exista un solo poder económico, o político o… Una vez mas, pensar en un concepto globalizador es un inmenso error, sea este la izquierda o el capital.
La existencia de contradicciones entre grupos y personas, será lo natural en la sociedad, muy lejos de ciertas armonías imaginadas entre clases, empresas, capitales o individuos, las luchas entre sectores de izquierdas se producen también entre grupos de cualquier poder, sea económico, político, religioso, militar, o sindical. Las luchas entre capitales son constantes, sean éstos de diferentes ramas, o entre capitales nacionales, aparecen intereses particulares de un grupo por derrotar al competidor del mismo sector o por defenderse de una OPA, los intereses del capital inmobiliario no coincidieron con los del resto de capitales de sectores industriales y tecnológicos, los financieros chocan contra los intereses de capitales productivos, los de unos fondos con los de otros, etc. mas allá de considerar que todos tienen el mismo interés de apropiarse, enriquecerse o aumentar el capital, que es tanto como sostener que todos los seres humanos tenemos los mismos intereses, por vivir y reproducirnos, lo cual sirve de muy poco para explicar nuestros comportamientos políticos.

El poder político existe, es un poder, aunque nunca esté solo
, aparece acompañado con otros poderes, pero existe e influye socialmente. Hace ya bastantes años las clases populares, los desposeídos de otros poderes, abrieron una puerta a su intervención colectiva en la sociedad ocupando parcelas de poder político, a veces en compañía de otras clases que dirigían la situación, (pero que solas no hubieran conseguido el poder político) y otras dirigiendo directamente sus destinos, desde organizaciones y colectivos y utilizando el aparato del estado, sea gobierno central, autonómico o municipal.
El asunto tiene su importancia, porque si aceptamos que el poder político es susceptible de ser utilizado como transformador social, y decidimos enfocar la actividad política en esa dirección, la fuerza de los votos será determinante para actuar y esta fuerza dependerá de nuestra mayor o menor compenetración con la ciudadanía, dependerá de la confianza e ilusiones que generemos, como fuerzas políticas, entre los ciudadanos, porque lo esencial no serán las buenas ideas sino la asunción por mayorías de ideas colectivas aunque éstas no fueran las mejores, (que por cierto ninguna será la mejor). Muchos pequeños grupos, con ideas de ‘mayor pureza y extremas’ por tanto minoritarias, creen ver el momento para lograr apoyos sociales que hasta ahora no lograron, solos o en coaliciones a la izquierda del PSOE, incluida IU que cree acogerá a gran parte de los votantes socialistas.
Naturalmente que existen otras organizaciones, colectivos, e individuos, que trabajan socialmente en el campo de la izquierda y del progreso, aunque no solo, nombres hay muchos así que para no herir olvidos no cito, pero a la memoria nos vienen desde ONG’s, a grupos políticos y religiosos, pasando por activistas médicos, agrarios, medioambientales, o de otros tipos, movimientos étnicos o feministas o gays, que trabajan localmente en muchos casos y globalmente en otros, realizando una actividad social ampliamente diversa y maravillosa, que probablemente marque tendencia en este siglo XXI.
Pero hoy, estas gentes no hacen la revolución, entendida al estilo clásico como la definen extremaizquierdosos comunistas y anarquistas, aunque en muchos aspectos, (feministas y mundos gays y trabajos en campos concretos) han logrado la revolución del siglo XX, aunque no participan directamente en la dinámica de acción política a la que nos referimos anteriormente, salvo como apoyos, anexos, alianzas, etc. no entran a competir por el gobierno, por ahora y aquí, al menos directamente. Este aspecto podría ser el que tuviera en mente Sami Nair en su artículo del 17-07 (que yo recomendaba el mismo día) y que provocó una respuesta de ATTAC.

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