El hecho de que la crítica literaria de toga académica e incluso muchos editores consideren a la ciencia ficción como un género menor, una literatura condenada a moverse dentro de los límites de un ghetto cultural (viene a ser como decir literatura para frikis); exige por tanto responder lo más certeramente posible a la pregunta, ¿qué es la ciencia ficción?. Algunos teóricos de la materia estiman que la cuestión tiene difícil respuesta, para los lectores de esta guía, el autor la precisa: una literatura de temas por encima de las formas; por tanto su eficacia literaria, su reconocimiento literario deviene de las ideas que desarrolla el argumento, su temática deriva directamente de la inexistencia de límites precisos y los enfoques que utiliza son fundamentalmente especulativos. La ficción especulativa elimina la rígida referencia a la ciencia y subraya el carácter de anticipación científica. Es más una fantasía científica que una ficción científica. Amplitud de temáticas que a lo largo de la historia y evolución del género va a permitir la génesis de gran variedad de subgéneros, cada uno con su etiqueta concreta: Los primitivos “romances científicos, donde se pone de manifiesto la voluntad de referirse a los contenidos científicos como base de la narración. La “Space Opera”, término acuñado por Wilson Tucker en 1941 para denominar un tipo de narración espacial, correlato con la tradicional novela de aventuras del oeste. El “hard SF” o ciencia ficción dura, muy en boga en los años cuarenta y cincuenta. La “soft”, en contraposición a la ciencia ficción más clásica científico-tecnológica, los años sesenta incorporan las ciencias sociales como la antropología, la sociología y la sicología; recibieron el nombre de new wave (nueva ola). El “ciberpunk”, considerado por algunos como una falsa novedad; a quien sigue un extendido etcétera: el “biopunk”, el “steampunk”, el “ucrónico”, el “retrofuturismo”, el “tecno-thriller”,… hasta llegar a un tipo de narraciones en las que predominan los aspectos meramente fantásticos en detrimento del racionalismo característico del género, y que (para alegría de puristas) con el paso del tiempo y el peso de las publicaciones se han desgajado de la ciencia ficción (no de sus premios mayores), creando un género aparte, con sus propias señas de identidad, bautizado como “fantástico” o “fantasía heroica” o novela de “espada y brujería”.
El tronco general de la ciencia ficción nos sitúa en un género nacido en Europa, escrito casi siempre en inglés, cuyo soporte en importancia y pervivencia es el relato corto y desarrollado en Estados Unidos. En el inicio nos encontramos con “Frankenstein o el moderno Prometeo” de Mary Shelley, obra considerada por algunos autores como el origen de la ciencia ficción. Sin lugar a dudas, el título de padre precursor se lo otorgamos al francés Julio Verne por sus novelas de anticipación científica. Y por descubrir gran parte de la temática de la ciencia ficción moderna, el honor de ser el fundador del género corresponde al británico Herbert G. Wells. En Estados Unidos, salvando la serie de aventuras “Bajo las lunas de Marte” publicada en 1912 por Edgar Rice Borroughs, nos encontramos con la figura de Hugo Gernsback, quien en 1926 edita la revista Amazing Stories dedicada íntegramente a la “sciencefictión”, a él se debe la invención del nombre y la consideración del nuevo género como una categoría separada dentro de la narrativa. Desde entonces el crecimiento es imparable, fluyen las ideas y los autores; el escritor checo Karel Capek en su obra teatral R.U.R. iniciales de Rossum´s Universal Robots, introduce el término robot tanto en la ciencia ficción como en el mundo tecnológico-científico. El periodo que va de 1937 a 1950 se ha denominado la “Edad de Oro” de la ciencia ficción, a ésa etapa Asimov la llamaba “Época de Campbell”. John Wood Campbell es un escritor de la década de los treinta, pero su papel protagónico en la historia del género proviene de su trabajo como editor; consideraba que una historia debía estar sólidamente basada en la lógica, bajo esa premisa abrió nuevos campos a la narrativa de ciencia ficción, como la antropología cultural, la sicología social, las comunicaciones cibernéticas, etc. Cuando Michael Moorcock asume el puesto de editor en la revista británica “New Worlds” se inicia la llamada rebelión de la “New Wave”, un estilo un tanto excesivo (como ocurre en la mayoría de las revoluciones) pero el balance final fue una evidente mejora en la excelencia literaria. A partir de los años setenta, el acercamiento al mundo académico confirma la seriedad en interés de la ciencia ficción como género adulto y de buena calidad. En las décadas posteriores, junto a temáticas contemporáneas con una especificación propia, se recuperan otras de la ciencia ficción clásica; a la vez que se anuncia la muerte del género por el creciente auge de la literatura fantástica y su paulatina separación del cosmos general de la ciencia ficción.
Terminado el recorrido histórico, continuamos dando un repaso enunciativo a los diferentes satélites que navegan por la galaxia de la ciencia ficción. El curioso mundillo del “fandom” (del inglés, “fan kingdom” o reino del aficionado) de donde derivan los fanzines, que encontramos publicados varios tipos: los “newzines” recogen esencialmente noticias referentes al género, los “critizines” ofrecen críticas y comentarios de las diversas obras, y los “newsletters” publicaciones periódicas que proporcionan información general sobre una determinada asociación o grupo. Las convenciones, son reuniones de aficionados, críticos, editores y autores, donde se pronuncian discursos, se celebran mesas redondas, encuentros, etc. en torno a la ciencia ficción, una de las más famosas fue creada en 1965 e impulsada por la SFWA (Science Fiction Writers of America o Sociedad Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción) que agrupa a profesionales del género no sólo de los Estados Unidos. Los premios con sus diversas categorías, de toda la nómina de galardones relevantes que existen en la ciencia ficción, hay tres que destacan en fama y prestigio por encima del resto: Los premios Hugo, bautizados en honor de Hugo Gernsback, la votación es de carácter popular y libre, cuentan con el respaldo de la Sociedad Mundial de La Ciencia Ficción y el galardón tiene forma de cohete; los premios Nébula gozan de una merecida consideración porque, aunque no están exentos de posibles manipulaciones de grupos de presión, los votan los profesionales primando la calidad literaria, el premio tiene forma de una brillante nebulosa en espiral; los premios Locus, desde 1971 los falla el fanzine Locus como resultado de una votación entre sus lectores. La relación de la ciencia ficción con el mundo del cine, la televisión, la radio, el teatro, el comic e incluso la universidad o cualquier otro terreno audiovisual, académico y social. Tampoco falta una lista con datos de más de cien autores con una clara dedicación al género, y las reseñas y sinopsis de cien obras seleccionadas subjetivamente por su interés, relevancia y representatividad o por haber gozado o gozar del reconocimiento popular. Termina la guía haciendo un somero recorrido por el pequeño mundo de la ciencia ficción española, de escasa relevancia internacional, con revistas que aparecen y desaparecen, colecciones, editoriales y autores.
Publicada en 1990, la guía no ha perdido su vigencia, aunque sería conveniente una actualización. Justifica el autor de la misma su publicación por la “Ley de Sturgeon” que determina que “el noventa por ciento de cualquier cosa es basura”. En realidad gran parte de la ciencia ficción (como ocurre en cualquier actividad de la creatividad humana) es irrelevante e incluso podría considerarse bazofia. Pero, no confundamos, la lectura de ciencia ficción complace mucho más al lector que lee para alimentar su propia afición que al lector común, exige un cierto esfuerzo de complicidad, recompensado, posiblemente, con una buena preparación para comprender, reflexionar y vivir los vertiginosos cambios que se dan en el mundo que nos rodea.