La novela de Cristina Araújo, ganadora del premio Tusquets de novela, podría haberse decantado por lo fácil, por victimizar aún más a la víctima y retratar a sus agresores como monstruos, pero toma el arriesgado camino de plantear dudas razonables en el camino para que el lector advierta la complejidad de los hechos que se han de juzgar, los límites del consentimiento y los puntos de vista de cada una de las partes en litigio: no todo es blanco o negro, existe una gran gama de grises al evaluar un hecho como éste, por mucho que desde el primer momento estén claros los papeles de agresores y agredida. Pero ante todo Mira esa chica ofrece un magnífico retrato psicológico de su protagonista, Miriam, una muchacha que está terminando el instituto y sabe que su físico no es el más adecuado para conquistar al chico del que está perdidamente enamorada, por lo que adopta una máscara muy frívola para ganarse la simpatía de sus amigos. Esto es algo que va a jugar en su contra a la hora de ser creída por éstos cuando tenga que enfrentarse a un proceso judicial que va a ser para ella un auténtico calvario. Miriam va a encontrar apoyo en las personas que menos se esperaría y rechazo de su amigo más íntimo.
Este último, Lukas, es uno de los personajes clave de la novela, a pesar de que aparece poco. Representa a esas nuevas masculinidades que tan de moda están ahora. Enamorado de Miriam, no por su físico, sino por la conexión que siente con ella, es un muchacho reflexivo y tranquilo, de los que sabe escuchar - aunque después resulte que esas reflexiones le lleven por el camino equivocado, quizá por una idea mezquina de venganza -, pero la protagonista anhela un tipo de relación muy diferente:
"No puedes evitarlo. Tú te mueres por un chico duro y guaperas, un atormentado, un lobo solitario que diga: nadie me entiende, no sé lo que quiero, he de encontrarme a mí mismo. Lukas, por el contrario, tiene las ideas muy claras, es fácil de interpretar y, para colmo, lo entiende todo, incluso las metáforas más insondables de las canciones. Además conoce demasiadas palabras para ser un chico, hasta las que solo sirven para matizar sentimientos. No, tú no quieres un Lukas."
Otro de los puntos fuertes de la novela es el retrato de la protagonista frente a la tormenta mediática y de apoyo a su versión de los hechos que se desata al poco de hacerse públicos los mismos. Además de sentirse abrumada por tanta atención, intuye que su caso va a ser aprovechado en su beneficio por políticos y movimientos sociales de toda índole, mientras piensa que toda esa gente que sale a manifestarse contra sus agresores la hubiera marginado llamándola gorda si la hubieran conocido en unas circunstancias más ordinarias. Además, los medios de comunicación no paran de reconstruir el caso a todas horas y se celebran toda clase de debates absurdos al respecto. También empieza a recibir mensajes amenazantes, lo que no hace sino estimular una poderosa ansiedad que la lleva al punto de considerarse mentirosa y culpable de haber incitado a sus violadores por lo que no puede evitar avergonzarse de su conducta en ese episodio:
"Pues, Miriam, porque eres toda una estrella. Y hay gente rompiéndose el alma en los platós de televisión. Ministros desbocados y locutoras lacrimógenas con mechas rubio ceniza. Te ponen enferma, te irrita su rabia, esa indignación tan superficial, cómo se les desgarra la voz, compitiendo para ver quién es el más entregado, quién odia más a tus agresores, más incluso que tú. Y quién es la que alberga más saña, y más asco, y cómo les cortarían el pito y se lo harían comer. Sí, tal cual, porque así de ofendidas se sienten. Todas esas chicas con pinta de no haberte hablado en la vida si te hubiesen conocido en el instituto. De haberte llamado la gorda, la Bufi, la Zampa. Y que ahora, de pronto, son tus abanderadas. Se dan la mano y gritan: justicia, hermana, todas unidas."
Desde luego, desde el punto de vista estrictamente literario, estamos ante la eclosión de una gran escritora, alguien que sabe mantener el interés del lector y hacer que se haga preguntas. Además, sabe utilizar transcripciones de las nuevas tecnologías - conversaciones de whatsapp - e integrarlas con naturalidad en un relato que no decae en ningún momento y que convierte a su protagonista en un ser humano contradictorio y con muchas aristas, algo que otorga una gran verosimilitud a su narración.