Évora es un lugar imprescindible para disfrutar de los azulejos matemáticos del antiguo colegio de los jesuitas: hoy convertido en universidad que sigue utilizando sus deliciosas aulas. Una vez allí hay que descubrir todo su valioso patrimonio.
La catedral de Évora recuerda mucho a la de Sigüenza y a las catedrales medievales con aspecto de fortaleza, sensación que aumenta con el acceso a la terraza que domina visualmente todo el entorno, especialmente al serpenteante gran acueducto romano.
En la cubierta encontramos un reloj solar de 1810 que nos sirve de orientación.
Lo que más destacamos son las múltiples rosetas u óculos que encontraremos en el claustro y por doquier: triangulares, cuadrangulares, pentagonales, hexagonales, heptagonales, octogonales, decagonales,… ¡Pocos sitios tienen tanta variedad, dominio técnico y belleza! La huella mudéjar se respira.
Los trampantojos de perspectiva en las capillas laterales se merecen un vistazo: no son los de Bramante en San Satiro pero heredan el estilo de su extendida escuela.