Revista Cultura y Ocio

Miradas a carboncillo

Publicado el 04 mayo 2015 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Hace unos días, llamaron a la puerta. La perra no ladró al oír el timbre, porque habíamos estado entrenando durante varias sesiones para quitarle esa manía —tan lógica y natural en los perros por otro lado. Esperó sentada, y yo abrí la puerta con parsimonia: era el cartero. y traía un paquete verde y alargado de Correos.

Poco después, comprobé que se trataba de una ilustración a carboncillo de Laura y Caos; adjunta lucía también una acuarela y una carta. Estuvimos observándola por unos minutos, con detalle, casi analizándola; y después tanto Laura como la ilustración desaparecieron de la sala; dejándome en la habitación pensando en los ojos del perro del dibujo. Me había impactado esa mirada en negro que la artista había reflejado en su obra: ¡era él! Con ese matiz que no entendía el qué, y mucho menos el porqué de las cosas, pero que de algún modo casi exigía ser partícipe de ellas por todos aquellos años perdidos atrás.

Caos y Laura a carboncillo. La ilustración es un regalo de Lourdes Alarcón.

Aunque parezca mentira, al ver la ilustración ya no nos pusimos tan tristes como hace un par de meses; como tampoco lo hacemos al revisitar fotos, vídeos o, simplemente, al recordar cómo estaba el despacho acondicionado para que él pudiese estar junto a nosotros, dormitando o ansioso de salir a dar una vuelta a la manzana, y poco más. Antes o después, te empiezas a quedar con lo bueno, y desanudas las ataduras que aún te apretaban con el no es justo o el podías haber hecho más; no porque dejes de pensar así, sino porque lo hecho, hecho está.

Entonces ves que el día a día es lo único que tienes, y que son los dibujos que te sorprenden en el correo, los instantes junto a tus perros al sol (cuando deberías estar terminando un proyecto) o el minuto de respiro que te tomas para mirar a tu chica a los ojos aquello que realmente vale la pena. Las cápsulas de eternidad que en pocos sitios más puedes buscar. Allí está Caos ahora; y sigo emocionándome al pensar en que esa eternidad pasó de ser mía (nuestra) a ser de todos.

Gracias, Lourdes, por tu fantástica obra y por compartir nuestra idea de manada.

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