Hay caminos densos, oscuros e indeseables, caminos que conducen las almas a terrenos escarpados dentro de las escabrosas cavidades del mas allá, llenando los espacios vacíos que no colman las necesidades mundanas o quizá, atiborrando de lobreguez el corazón por puro morbo. Hay quienes dicen que el mal no existe, pero solo basta con mirar bajo tu cama una de estas noches o mejor aún, encontrarte recostado con pretensiones de acabar con un día pesado y trajinado, cuando en medio de la espesura abrumadora levantes los ojos por encima de las cobijas y veas el espectro flotante caminando por el pasillo que da a continuación de tu amada y dulce habitación, aunque, no hagas caso a las palabras, pueden estar llenas de grandes desconciertos, y no hay mejor verdad que esa misma que vemos con nuestros ojos, palpamos con nuestras manos y sentimos con el corazón, puede que justo ahora mientras lees, presencias que no tienen lugar de este lado observen tras de ti, puede que no, el caso es que pueda situarlos justo ahora en casa de Madelin, la chica tímida de la universidad que usaba lentes y vestía “anticuado” en lo que concernía a sus compañeros (en realidad a la universidad en general), llena de problemas familiares, con notas impresionantes pero con personalidad inaudita, insuperable y difícil de concebir, llevaba botas de cuero altas, mismas que usaba desde la secundaria y las ultimas que compró su padre antes de ser cruelmente asesinado, su madre, la señora Rosa, con rostro pálido y mirada ausente, decía que su padre se había suicidado, sus palabras sonaban temblorosas todo el tiempo y pasaba todo el día postrada en su cama, no era sino hasta que llegaba Madelin cuando probaba bocado, su habitación era oscura, con un olor a podredumbre, orina y tabaco, vestía siempre una túnica blanca y pasaba su tiempo hablando a solas, pero de una forma que asombraba, tal vez porque estaba demente de remate o quizá, porque alguien mas la acompañaba o mejor aún, la atormentaba día y noche, aunque quien sabe, la pobre anciana parecía estar mas del otro lado que de este, su sonrisa era perturbadora, los dientes que aún le quedaban eran amarillentos y su cabello cubría parte del rostro, tenía los pómulos sobresalidos y sus ojos se hundían en su larga cara, era sencillamente turbulento ver su cara y más aún, respirar aquel pesado aire, la ventana que daba al pantano se había empañado totalmente e insistía constantemente que debían tapar a toda costa cualquier ingreso de luz.
Todo empeoro aquella magnifica tarde, Madelin vio cuando el chico que amaba en silencio la miro a los ojos y le sonrío, sus ojos se clavaron como cuchillos, pero no lo pudo soportar, solo aparto su vista y salió del pasillo lo más rápido que pudo encaminándose a su casa, en el largo trayecto sonreía para si misma, y fantaseaba con las mil y ninguna posibilidad de comenzar su primer romance, casi no puede despertar de aquella fantasía ensordecedora que llenaba su corazón y daba esperanza a su frágil ser después de todo, casi tropezó con la portezuela de entrada, apoyo su mano contra esta y respiro profundo el aire del exterior, cerro sus ojos y se dispuso a ingresar, agacho su mirada para quitar el seguro de la puerta y de repente las vio, grandes huellas de pies descalzos que contenían sangre alrededor, levanto la vista hacia la habitación de su madre y corrió hacia la entrada, la puerta estaba entreabierta y un viento de desesperación flotaba en el entorno, Madelin sintió el deseo de salir corriendo y no volver jamás, su piel se erizo por completo y su manos temblaban, apoyo su mano sobre el pomo de la puerta y empujo con lentitud, la puerta rechinó interminablemente y parecía que jamás iba a acabar de abrirse del todo, el pulso se acelero y dentro de su cabeza decenas de posibilidades se abrieron, todas con finales inesperados y perturbadores, por fin cuando la puerta llegó hasta el limite contra la pared, la imagen dentro de aquella habitación fulguraba la imagen perfecta de un digno lienzo perturbador, Madelin no gritó, no lloró, no se lamentó, solo observó como quien siente curiosidad por la maravilla mas inusual, su madre pendía de una cuerda atada a su cuello, tenia su cara de lado, los ojos abiertos y en su boca una sonrisa malvada, sus manos estaban llenas de sangre y se observaba cortes zigzagueantes en la arrugada piel de los brazos, un charco rojo-negro escurría por el crepitante piso de madera y las gotas resonaban con ruido ensordecedor dentro de las 4 paredes, la chica avanzo por la habitación, sentía que un calor intolerable pasaba junto a ella y percibió todos sus cabellos de punta, luego sintió como una siniestra presencia rodeaba su cuerpo, aquel demoniaco ente la miraba a los ojos, estaba segura, sus manos se paralizaron y su respiración empezó a cortarse, sintió como su pecho se oprimía y como su cuerpo se hacía más pequeño, Madelin abrió su boca en su ultimo intento por tomar aire y sintió como un aroma putrefacta y corrupta entraba por su boca hasta sus entrañas, entonces sintió como aquella asquerosa y diabólica cosa le devolvía el control de su cuerpo, se sintió como la presencia se alejó de la habitación, con una tranquilidad perversa, y aunque Madelin no la podía ver, estaba segura que levanto la vista por encima del hombro para mirarla, un aullido de lamento estridente retumbo en el bosque que rodeaba la casa y las lámparas se encendieron intermitentemente, una de ellas, la que estaba posada en la mesa de noche se estalló esparciendo restos de vidrio por la habitación, el aullido se comenzó a alejar súbitamente, hasta que solo quedo rebotando el silencio estridente, las lámparas se apagaron y lagrimas de sangre brotaban desde los lagrimales de la chica, bajo la mirada llorando en silencio, de pronto, la puerta se cerró de manera violenta quebrándose desde arriba hasta la mitad, en su revés, escritas con sangre rezaba ¡VOLVERE!
By. Oscar Peralta.