La Sra. Miranda Kerr, espléndida en su juventud y su belleza, estuvo a punto de lucir menos ropa aún de la que llevaba, si no se percatan a tiempo del pisotón que un caballero dio en la cola del vestido que lucía la dama. No hubiese estado mal ver el resultado, porque lo que la insinuación muestra, promete algo extraordinario, aunque sin el encanto de la discreta ocultación que aumente el interés. Nada mejor para una jornada de resaca electoral.