Revista Opinión
Me miro mi ombligo y solo veo una incipiente hernia umbilical que me ha dicho el médico: "si no te duele o aumenta de tamaño, no te preocupes". Y en esas estoy.
Pero lo que si veo son todos esos ombligos que esta sin razón que nos invade y que es ni más ni menos toda esa ingente cantidad de personas que buscan un techo y un pan que llevarse a la boca.
Sí, me refiero a todos los refugiados que intentan llegar a un lugar que no saben cual es; vienen huyendo de otros ombligos que no saben gobernar en sus países como no sea a base de guerras, matando a sus congéneres.
Los refugiados muertos de frío y hambrientos que no saben a dónde irán a parar con su desgracia.
Desgracia que pueden encontrarse con otros ombligos que ellos piensan ser orondos y se encuentran con unas alambradas con cuchillas para detenerlos en su huida.
Mientras, nosotros los ombligos que podemos mirar sin sentir frío ni hambre, no entendemos por qué no se pone fin a esta masiva marcha a la nada.
Cuando hayamos solucionado nuestras miserias, -por ejemplo en hacer estrategias para sacar más votos en las próximas Elecciones Generales del 20-D- y hayan echado la zancadilla con una sonrisa de plástico al contrincante de turno, entonces podrán llegar los ombligos hambrientos, llenos de frío, hambre y soledad y asalten las casas y cosas con comida para poder saciar sus ombligos.
Entonces los orondos ombligos estaremos huyendo de la turba, mirándonos el ombligo.