Mirar de nuevo
Estoy en una ciudad desconocida, en una parte del mundo nueva para mí y sólo tengo un par de días para explorar.
Mientras me preparo para salir a la aventura me pregunto qué ver, a dónde ir, y me observo algo inquieta, no ante la pregunta, sino ante el pensamiento de lo que me voy a perder. ¿Y si lo que dejó de ver es más bonito?
Al momento otra voz me tranquiliza y me dice que quizás me vaya de esta ciudad sin ver “lo más bonito” o “interesante”, pero que está en mi mano ver la parte más bonita de todo aquello que me encuentre en ella. Este pensamiento no sólo me tranquiliza, sino que me hace sonreír y me anima a comenzar a explorar la ciudad y dejarme emocionar con la belleza de todo lo que me encuentre a mi paso.
Y es que, la belleza no existe hasta que no la ponemos nosotros ¡¡con nuestra mirada!!
Además, dependiendo de lo que decidamos ver, nuestro estado emocional también se verá afectado. Así, si yo decido ver mi situación como un privilegio de poder estar aquí y caminar por las calles de esta ciudad durante dos días, estaré mucho más abierta a explorar y a dejarme sorprender por todo lo que vea que sí decido ver la situación como al principio, fijándome principalmente en todo lo que no voy a ver y en el poco tiempo que tengo.
La experiencia que tengamos de una situación va a depender de cómo la miramos. Ese es el poder de nuestra mirada.
Muchas veces me he preguntado qué es lo que tiene el visitar lugares nuevos que es tan positivo para muchos de nosotros. Y la respuesta siempre es la misma:
Que ponemos en marcha la capacidad de sorprendemos, no sólo con lo que vemos, sino de nosotros mismos también. Al abrirnos a la sorpresa nos abrimos además a aprender, a disfrutar y sobre todo a sentir cosas nuevas, ¡¡o de nuevo!!
La capacidad de sorprendernos es algo que tenemos desde niños y que nos mantiene abiertos, vivos.
Y una de las claves para entrar en contacto con ella es nuestra mirada: la mirada dirigida a ver lo nuevo, lo desconocido, lo bello.
Y lo mejor de todo es que no tenemos que movernos de donde vivimos para cultivar y fortalecer la capacidad de sorprendernos. Podemos, siempre que así lo decidamos, “mirar de nuevo” en cualquier momento y ante cualquier situación o persona, por muy conocida que ésta sea.
Así qué hoy se me ocurre proponeros la siguiente práctica:
“La mirada de la novedad o mirar de nuevo”
- Mirar de nuevo a las personas con las que convivimos y trabajamos. Partir de que no las conocemos y dejarnos sorprender por lo que la mirada cansada y sesgada del “ya sé cómo es” no nos ha dejado ver.
- Mirar de nuevo al espacio en el que vivimos, trabajamos y paseamos. Entrar en ellos como si fuera la primera vez, mirar los rincones, los detalles, tocar los muebles y tejidos. Mirar conscientemente a nuestro alrededor de camino al trabajo y ver qué nuevos edificios, árboles o bancos descubrimos.
Yo, definitivamente, hoy me quedo con ver lo bello de todo lo que me encuentre y me pase, y por supuesto, con dejarme sorprender.
Este mes en el Laboratorio de la Felicidad experimentaremos con el uso de la mirada y su poder para:
- influenciar nuestro estado emocional,
- traer claridad mental ante situaciones en las que estamos atascados,
- conectarnos con nuestra creatividad y encontrar soluciones innovadoras,
- mejorar nuestras relaciones personales y profesionales.