Afortunadamente todos ellos han conseguido perder peso, cada uno a su ritmo, y están contentos y satisfechos con los resultados obtenidos si bien aún se encuentran en tratamiento y seguimiento.El objetivo de la reunión fue que los pacientes tuvieran la oportunidad de comentar entre ellos sus experiencias y como es su día a día en la nueva etapa iniciada por todos y cada uno de ellos para perder peso.Este artículo hace referencia a una de las declaraciones que hizo un paciente cuando explico al resto del grupo su experiencia anterior con respecto a la obesidad.Ramón comentó que el sabía que tenia sobrepeso y que cada vez iba a más pero además de autoconvencerse con pretextos varios "siempre hesido "fuertote", "ahora estoy asíporque he dejado de hacer deporte", etc...se negaba a pesarse y no fue hasta que tuvo ocasión de pasar unos días fuera con su mujer cuando decidió pesarse en la báscula que había en el baño de la habitación del hotel donde estaban alojados.La sorpresa (a pesar de que de sobras sabía que había ido cogiendo kilos) fue importante.Este miedo a pesarse es normal, cuando uno lleva tiempo intentando perder peso (que no es el caso de este paciente que a diferencia de la mayoría no lo había intentado antes con dietas) o cuando uno ve que algo no va del todo bien, una reacción habitual es la de "hacer oídos sordos", y evitar enfrentarse con el problema.Esto lleva a que a veces el sobrepeso se acabe convirtiendo en obesidad.
El no enfrentarse a la báscula es peligroso antes de iniciar un tratamiento para combatir la obesidad pero también lo es, e incluso más después de iniciar un tratamiento para perder peso.
¿Por qué? Porque cualquier tratamiento destinado a combatir la obesidad es una ayuda para que el paciente logre vencerla, pero no debemos olvidar que el compromiso y la implicación del paciente es fundamental. No porque "me haya hecho un tratamiento y haya perdido peso debo abandonar el seguimiento médico y no por ello debo bajar la guardia"La obesidad es una enfermedad crónica, por ello es importante que nos "hagamos amigos de la báscula" tanto si el objetivo es perder peso como si el objetivo es mantener esa pérdida de peso. No se trata de obsesionarnos, ni de marcarnos plazos y objetivos imposibles, ni de frustrarnos si la báscula muestra algo que no queremos ver, simplemente se trata de reconocer que el problema existe, admitirlo y controlarlo para que no vaya a más o solicitar la ayuda de un equipo médico que haga posible que la próxima vez que nos enfrentemos a la báscula estemos motivados por la pérdida de peso y en condiciones de querer seguir controlando como evoluciona nuestro peso.