En verano se suele tener más tiempo para leer. Algunos aprovechan para adentrarse en aquellas novelas extensas que no pueden saborear durante el resto del año; otros, en cambio, se decantan por historias ligeras perfectas para leer a la orilla del mar. Luego estamos los que seguimos con los hábitos de siempre, aunque eso sí, a más velocidad.
Hace dos años ya hice una selección temática de lecturas veraniegas para los que no quieran libros que les hagan pensar demasiado. Esta vez os propongo una lista parecida: libros fáciles de leer y cuyo tema me parece apetecible para esta época del año. Obras que, por supuesto, me han gustado mucho (si no no las recomendaría). Ahí van:
- Cuaderno para dos, de Rachel Cohn y David Levithan.
Una comedia romántica fresca y divertida que, pese a desarrollarse en Navidad, se puede disfrutar durante cualquier época del año.
- El tiempo entre costuras, de María Dueñas.
Una recomendación típica, pero no por ello menos acertada: entretenimiento a raudales y una trama llena de ingredientes interesantes. Además, se acaba de publicar la edición de bolsillo: ¡no hay excusa para no comprarlo!
- En el país de la nube blanca y su continuación, La canción de los maoríes, de Sarah Lark.
Esta recomendación es para los más románticos: amores y odios en Nueva Zelanda, con muchas aventuras y un paisaje cautivador. Dignas representantes de las landscape novels.
- La cosecha de Samhein, de José Antonio Cotrina.
Una recreación de un lugar sencillamente fascinante, con un planteamiento prometedor y una trama imposible de abandonar. No hagáis caso de la etiqueta de "juvenil": también puede gustar a los adultos.
- La mujer de papel, de Guillaume Musso.
Una lectura cien por cien veraniega: historia sencilla de corte romántico, pero con algún ingrediente original. Resulta muy amena y transmite buen rollo. Además, se ha editado hace poco en bolsillo.
- Palmeras en la nieve, de Luz Gabás.
El sol de Guinea, las plantaciones de cacao y un amor imposible. No hay mejor época para saborear estas setecientas páginas que en pleno verano.
- Pomelo y limón, de Begoña Oro.
No os dejéis engañar por su apariencia: esta novela no tiene nada de frívola o banal. En realidad, se trata de una obra llena de creatividad y está contada con mucha gracia. Una de mis imprescindibles en verano... y en cualquier época del año.
- Un secreto bien guardado, de Maureen Lee.
La historia de una madre y una hija que se vieron obligadas a separarse en la primera mitad del siglo XX. Se puede definir como un libro entrañable, de esos que dejan buen sabor de boca.
- Una chica años veinte, de Sophie Kinsella.
Una demostración de que el chick-lit también se puede reinventar; en esta ocasión, con el elemento imaginario de un fantasma. Una novela que transmite mucho optimismo (muy recomendable para quienes estén pasando "mal de amores").
- Saga Vampire Academy, de Richelle Mead.
Aventuras, sentido del humor y unos personajes espléndidos (nada que ver con las crepusculadas, os lo aseguro). Cualquier momento del año es bueno para perderse con estos vampiros, pero si todavía no los habéis conocido, estos meses pueden ser la ocasión ideal para haceros con los seis libros de la saga (o al menos los cuatro traducidos al castellano).
Clicad en los títulos para saber más sobre ellos.