me encandilan sus argumentos ilógicos, sus guiones hechos por los hijos pequeños de sus directores y sus actores, sobre todo sus actores y actrices, que generalmente suelen ser estrellas de series juveniles e infantiles venidas a menos que han pasado alguna temporada en rehabilitación por su adicción a las drogas y al alcohol por culpa de su incapacidad para asumir el éxito. ( Que me lo den a mí, el éxito, que seguro que ya se me ocurrirá alguna manera de asumirlo). La mayoría de las películas hechas para la televisión suelen ser de muy bajo presupuesto ( a veces incluso llego a pensar que las sufragan con donativos de gente que no sabe que hacer con su dinero, que por desgracia la hay) y por eso el vestuario suelen comprarlo en el típico supermercado americano ( es que la mayoría son de EEUU, excepto alguna alemana y canadiense que se cuela de vez en cuando entre ellas) que combina la venta de comestibles con la de armas de asalto y ropa de fondo de armario que lo mismo te sirve para ir a un funeral que para ir a por el pan ( camisetas blancas de manga corta de algodón, vaqueros hasta los sobacos, chaquetitas de punto de varios colores para combinar, jerseys de escote barco que dejan mucho a la imaginación...) y los paisajes y las casas en las que se ambientan las "historias" suelen ser de algún amigo del director o de la maquilladora que está buena. Los argumentos suelen bastante similares de las unas con respecto a las otras y suelen versar sobre mujeres sufridas y mega lloronas que huyen de algún marido psicópata que tiene el paquete bastante abultado porque lleva el vaquero muy apretado o sobre la típica madre que tiene la típica hija adolescente que saca buenas notas pero que de repente se vuelve una "malota" y una díscola y la trae por la calle de la amargura ( pero quien no ha tenido un mal año, ¿ eh? ¿quien no?- decía un profesor mío con más razón que un Santo). Las mujeres que protagonizan estas películas suelen enamorarse del sheriff guapo del pueblo que además suele corresponderlas siempre ( muy real todo, sí) o del amigo que siempre las ha querido y que se ha quedado esperándolas soltero y entero veinte años en el pueblo de la infancia de ambos. Suelen ir pintadas y peinadas como si fueran a un bautizo y pase lo que pase nunca se despeinan ni desmaquillan, no que va ( aunque las intenten matar y las pisoteen en el suelo y cosas así, o las tiren por unas escaleras para encerrarlas en el sótano de turno) y además, para más inri, son muy malas actrices, y se pasan todo el metraje llorando y haciendo aspavientos exagerados para demostrar que pueden saltar al mundo del cine, a la pantalla grande, la que tiene prestigio de verdad. Lloran y sufren de una forma tan exagerada que parece que lleven pinzas en los sobacos que les tiran cada minuto de los pelillos o que alguien esté rompiendo sus tarjetas de crédito tras las cámaras mientras se ríe de su gran hazaña. Aunque casi todas son así, hay que decir que hay unas cuantas que intentan ser misteriosas y serias y la ambientación es un poco más oscura que en el resto de ellas, pero con esa oscuridad que no puede superar a un mal día en la vida de cualquiera de nosotros ( creo que he visto más oscuridad cuando he ido a comprar huevos y no quedaban de los grandes). Sea como sea, las películas de sobremesa para la televisión son maravillosas, fascinantes, inquietantes de lo cutres y lo increiblemente surrealistas y manidas que son, y tengo que darles las gracias por tantas horas de diversión y de emociones por doquier que me han hecho y me hacen pasar. Me hacen reír y llorar como una maníaca ( buah, buah, ja, ja, ja, buah, buah, ja, ja, y así sucesivamente hasta que decido tomarme alguna pastilla para los nervios) Son mejor que una atracción de feria, mejor que comerse un algodón de azúcar mientras alguien te masajea los pies, creédme. No las rechacéis por ser un a mierd.... , no tienen la culpa de ser así, han sido creadas para eso, para causar rechazo y adoración a partes iguales de una manera extraña y singular. Han sido creadas para causar el vómito y la alegría de haber echado algo que sentaba mal al organismo y ocurra lo que ocurra no pueden desparecer, porque no solo de películas francesas sesudas y profundas vive el hombre. El hombre también necesita lo patético para sufrir alguna terapia de choque de vez en cuando y sentir como se le remueve algo por dentro aunque sean retorcijones en el estómago. Gracias, gracias películas de sobremesa para la televisión, y que tengáis una larga vida...
Buoooooo, el lechero era el que la perseguía... Que gran giro...