Páginas: 256
ISBN: 9788496940284
Precio: 7,95€
Mis amigos, mis amores
Mis amigos, mis amores narra la historia de dos hombres franceses, Mathias y Antoine, que deciden empezar a vivir juntos en Londres. Ambos tienen una hija y un hijo respectivamente, que son de la misma edad, se llevan como hermanos y como consiguiente están encantados de vivir juntos. Antoine y los niños ya llevan años en Londres, pero para Mathias comienza una nueva etapa. Con sus respectivas ex mujeres lejos del país, conoceremos cómo se desarrolla la vida de estos personajes.Los dos hombres son amigos desde siempre. Mathias, a mi parecer, es el que tiene más protagonismo dentro de la novela. Se nos presenta como el típico hombre un poco alocado e irresponsable, con una hija que lo adora. Antoine es completamente distinto: es extremadamente responsable y organizado, se preocupa más por los demás que por él, siempre está ahí para ayudar y tiene un carácter muy bondadoso. En principio, para el lector puede parecer más fácil sentir más simpatía y cariño hacia este último, pero como ya digo, Mathias tiene un poco más de peso que él.
Viven en un barrio francés de Londres, en el que todos los vecinos se conocen. Así, tenemos a Yvonne, la dueña del restaurante en el que se pasan media vida, una mujer de edad avanzada muy buena y amable, cuyos años de experiencia hacen que conozca perfectamente a todos los que acuden al lugar. También está Sophie, una mujer más joven que desde el principio transmite un poco de misterio: le pide a Antoine que le escriba cartas para su novio, que nadie conoce. Aparte de eso, tiene una floristería y sale a menudo con los dos hombres y los niños, que la adoran. Las relaciones entre ellas dos y los dos hombres hacen la novela muy entretenida.Finalmente, en el libro aparece el personaje de una periodista francesa, Audrey, que vivió un desengaño amoroso en el pasado. Conocerá a uno de nuestros hombres mientras realiza un reportaje, y bueno, aquí sí que la historia no tiene mucho misterio.
Lo bueno
Esta opinión me va a quedar un poco rara, porque me temo que los defectos que le he encontrado a la novela me ocuparán más que el apartado positivo, y no me gustaría que el libro diera la impresión de ser lo que no es. Porque ante todo, me ha gustado: su historia, la sencillez y el sentimiento con que se nos narra, están muy bien, siempre que te guste este estilo narrativo. Es una historia bonita, sin grandes misterios ni tramas especialmente rebuscadas, pero bonita en sí misma. Me gustan este tipo de historias: tranquilas y sin demasiada acción. En este caso es bastante previsible, sí, pero con alguna que otra sorpresa por el camino.Hay un aspecto que he notado en todas las novelas de Levy que he leído pero que hasta hoy no había reparado en él: el trato que da a los secundarios. Todos están muy bien caracterizados para ser secundarios, pero a lo que me refiero especialmente es a otra cosa: trata con muchísimo cariño a los personajes de mayor edad. A los jóvenes también, pero cuando habla de Yvonne (y del jefe de Lauren de Ojalá fuera cierto) noto una ternura muy especial. Es muy fácil tener aprecio hacia estos personajes gracias a la manera de escribir del autor.
Un recuerdo…
Para los fans de Levy, si habéis leído Ojalá fuera cierto y su continuación, Volver a verte, no os podéis perder este libro. Son apenas un par de páginas, pero… ¡Tenemos noticias de Lauren y Arthur! A mí estos dos libros me encantaron, les cogí muchísimo cariño a estos dos personajes, y no sabéis la ilusión que me hizo que el autor les hiciera un pequeño homenaje aquí. Creo que es el momento en que sonreí con más fuerza mientras leía (esto no dice mucho a favor de Mis amigos, mis amores, pero en fin, cuando le coges cariño a un personaje siempre hace ilusión encontrarlo de nuevo, y más todavía cuando no lo esperabas).Lo malo
El principal defecto de esta novela con respecto a las otras de Levy es la pérdida de su magia, de aquellas tramas fantásticas que le daban un toque original y distinto. Falta la mujer que se aparece en el armario en Ojalá fuera cierto, faltan las reencarnaciones de Dios y el Diablo en Siete días para una eternidad… Aquí es todo completamente realista, más creíble o menos, pero realista. Tal vez esto hará que los amantes de lo realista se acerquen con más ilusión a esta novela, pero aun así, y aunque a mí también me encanta que me cuenten cosas que podrían suceder en la realidad, he echado de menos el toque fantástico.Y hablando de realista… La historia no tiene ningún elemento mágico, pero aun así tiene algunas cosas nada creíbles, y no me refiero únicamente a lo idealizado de la situación. Los hijos de los protagonistas no me resultan creíbles: son demasiado perfectos, jamás dan problemas ni se pelean entre ellos cuando viven juntos, y pese a su corta edad creo que saben demasiadas cosas de sus padres. Ya sé que a veces los niños se dan cuenta de los problemas de los adultos aunque no lo parezca, pero aquí me parece que es demasiado. Si el autor tenía interés en escribir sobre dos padres solteros que viven juntos, habría valido la pena que profundizara un poco más en los niños.
Tampoco me ha parecido creíble el carácter de Mathias. Llega a Londres con la intención de recuperar a su ex mujer, pero ésta se va del país. Entonces, a los pocos días conoce a otra por casualidad, y durante unos días no para en casa para quedar con ella. Qué queréis que os diga, esta actitud de un padre con su hija no me ha gustado mucho, recuerda mucho más a la de un quinceañero que se acaba de enamorar y no piensa en nada más que en su chica. Con tal de quedar con ella, Mathias no tiene problema en engañar a Antoine y buscar una canguro cuando le toca quedarse él con los niños, y cosas por el estilo. Por mucho morro que pueda llegar a tener una persona, lo de aquí me ha parecido exagerado. Además, cuando en una novela se intenta buscar pareja a un personaje con hijos, creo que da mucho más de sí que los hijos estén presentes en la trama y se reflejen los problemas que puede tener el padre o la madre en cuestión para encontrar a alguien que se adapte a sus circunstancias. Levy ha escogido el camino fácil y menos creíble y, para mi gusto, aunque la novela está bien, lo podría haber hecho mejor.Otro aspecto del contenido que no me ha acabado de convencer es el hecho de que hay muchos personajes y no se acaba de profundizar del todo en sus relaciones (relaciones en general, no me refiero únicamente al amor). Me explico: en las otras novelas de este autor que he leído, los protagonistas eran chico y chica con su historia particular, y aparte un par de secundarios (generalmente dos amigos o jefes de cada uno) con su historia más pequeña pero buena. Aquí hay demasiados personajes como protagonistas: Mathias y Antoine, y como consecuencia las dos respectivas mujeres que acabaran siendo sus parejas. Además, está Yvonne con su historia, y los dos niños. Creo que con tantos personajes se pierde la profundidad que puede llegar a tener una historia más centrada en dos únicas personas. Cuando el escritor es excepcional no hay problema en escribir sobre muchos personajes (siempre me viene a la cabeza Cien años de soledad para ilustrar esto), pero a Marc Levy desde luego se le da mejor centrarse en una sola parejita.
En cuanto al texto, he apreciado que los diálogos a veces son poco claros. El autor no suele añadir el "- dijo fulanito", y con diálogos largos a veces me he tenido que parar y volver a leer desde el principio para no perderme y saber quién dice cada cosa. Esto es un inconveniente sobre todo en la primera parte porque entonces no se conoce el carácter de cada personaje y si no sabes quién dice cada cosa será más difícil llegar a conocerlos.Por último, no sé si esto se puede considerar un problema, pero con los otros libros de Levy (especialmente con Ojalá fuera cierto y Volver a verte) siempre he acabado copiando muchas frases bonitas. Aquí no he apuntado ni una mísera frase. Se me pasó por la cabeza que tal vez es cosa mía, que conforme pasa el tiempo hay ciertos temas que cada vez tengo más vistos y por eso al leerlos no me sorprenden, pero me he puesto a releer los fragmentos que copié de los otros libros y he comprobado que, efectivamente, en Mis amigos, mis amores no hay de eso.
Conclusión
No es la mejor novela del autor porque no utiliza el recurso mágico que le caracteriza, entre otras cosas, pero aun así no es un mal libro: la historia en líneas generales es bonita y se deja leer gracias al texto ameno y sencillo. Podría mejorar en la caracterización de los personajes, pero si lo leéis sin grandes expectativas puede ser una lectura agradable, para pasar el rato sin más. Si queréis conocer lo mejor de este autor, os recomiendo encarecidamente Ojalá fuera cierto.Mi valoración: 6,5/10