Qué rico haber ido a votar, con crayola y todo, en un país donde conviven las diferencias, donde no hay soldados en los recintos electorales, que siempre son escuelitas, en un día de sol y banderas, de gente, de celebración, de fiesta.
Quizá es solo un instante utópico, una emoción que se esfumará con la primera promesa incumplida, pero aún así, todo esto es sobre todo un símbolo de eso tan hermoso a lo que aspiramos y que llamamos democracia y libertad. Seguir votando puede que no signifique alcanzarlo, pero es seguir creyendo que es posible.
Desde este blog saludo a mi país, a sus casi 200 años de democracia, a su no ejército, a su gente y a esos políticos, quizá pocos pero reales, que trabajan sin descanso y con convicción por un país mejor, como mi mamá y mi hermana. Qué alegría estar hoy en Costa Rica!