Revista Medio Ambiente
Hay algunos animales que a pesar de ser relativamente abundantes suelen pasar desapercibidos, ya que sus horas de actividad no coinciden con las nuestras. La gineta (Genetta genetta) es uno de ellos. Se trata de un mamífero de la familia de los vivérridos, que tiene un tamaño medio, una cabeza pequeña y una cola larga y gruesa muy característica.
Las ginetas son casi exclusivamente nocturna, siendo muy raros los encuentros con ellas a plena luz del día. Estudios realizados con ejemplares marcados han detectado menos de un 3% de actividad diurna, que coincidía con las horas del crepúsculo y el alba. Desgraciadamente para ellas, esta actividad nocturna hace que sean muy propensas a morir atropelladas, ya que se deslumbran con los faros de los coches.Los rastros que dejan suelen ser las mejores pruebas de su presencia, ya que tanto sus excrementos como sus huellas son muy características.
A lo largo de mi vida, mis encuentros con las ginetas han sido muy escasos y normalmente fugaces, tratándose la mayoría de las veces de ejemplares que cruzaron la carretera por la noche mientras conducía. Sólo un par de ocasiones pude verlas bien sin que ellas se enteraran de mi presencia, una vez que me encontré con una durmiendo en un árbol y otra vez que pude ver a otra acudiendo a comer los restos de comida que había en un cubo situado bajo una farola. Desafortunadamente, la mayoría de las veces que he visto ginetas ha sido tiradas en el asfalto después de morir bajo las ruedas de un coche.
Curiosamente, en el último mes he tenido dos encuentros con este precioso animal, aunque lo cierto es que no fui yo quien las vio, sino una cámara con sensor de movimiento que tengo colocada en un pequeño bosquete a las orillas de un río. Había colocado la cámara en la entrada de una pequeña cueva, esperando que grabara a un tejón que ya había localizado unos días antes por la zona, pero cuando fui a recoger la cámara me encontré con la sorpresa. El tejón había pasado por allí, pero no llegó a entrar en la cueva, pero la que si que entró aunque solamente a husmear fue la gineta. Unos días después moví la cámara hacia otra cueva de mayor tamaño que se encontraba a unos 50 metros de la anterior. En la entrada había muchas huellas, algunas de zorro, y la vegetación de los alrededores estaba aplastada recientemente, así que después de dejarla durante una semana confiaba en pillar in fraganti al raposu.
Cuando ayer recogí la cámara no apareció ninguna de las imágenes que esperaba, pero la que no faltó a la cita fue la gineta, que esta vez se mostró a la cámara sin ningún tipo de recato. Aquí os dejo el vídeo para que conozcáis a mi amiga inesperada.
Estas cámaras tienen la opción de poder registrar la hora de grabación (y otros parámetros como la temperatura y la fase lunar), y tal como se puede ver en las imágenes, las dos grabaciones se realizaron casi a la misma hora, poco antes del amanecer. Asimismo, las dos visitas a las cuevas fueron muy breves, de unos pocos segundos, por lo que probablemente no las utilice para dormir o descansar y simplemente haya entrado a fisgar por si encontraba algo que llevarse a la boca.