José M. Encarnación González.- Aunque definir “terrorismo” ha sido un reto para la ONU, Fortaleza articuló una ilustradísima definición, “un pelú de la UPR que asiste a protestas”. Eso explica por qué Fortuño y su fanaticada llaman “terroristas” a quien le impugna su deshacer y su cuota para subsidiar morosos que adeudan $240 millones a la UPR.
Conozca a mis estudiantes los “terroristas”: 42% es primer universitario en su familia, más del 70% viene de hogares de bajos recursos, un 75% ingresa desde escuelas públicas, más del 70% son féminas, casi 40% trabaja mientras estudia, tienen éxito en congresos internacionales y proyectos comunitarios, cerca del 50% se gradúa en seis años o menos, son líderes de las reválidas en la Isla y un 25% sigue estudios graduados.
Los “terroristas” entran a clases lanzando preguntas y exigiendo calidad. Me aterra que conspiren para concienciar con arte, diálogo y espiritualidad por una educación superior accesible, costo-efectiva y liberadora.
Son problemáticos; aprenden rápido, conocen la historia, expresan su sentir, cuestionan el conformismo y con acciones la mediocridad. Son extraños, una mirada a sus ojos revela porvenir y metas a largo plazo en un país que responde a plataformas partidistas de cuatro años.
Se indignan y practican el altruismo posponiendo su graduación y arriesgando su integridad física ante el garrote, sólo por solidaridad.
A esos estudiantes Fortaleza les infunde sistemáticamente ansiedad y temor con intimidación, coacción y violencia, eso sí es terrorismo, pero del Estado. Y es que la disidencia aún pacífica, es amenazante. Por eso hay francotiradores en la Torre de la UPR, fuerza de choque y encubiertos en los sitiados campus.
Estudié en la UPR, fui “terrorista” y ahora los educo. Pero como “enseñar es aprender”, dijo don Luis Rafael Sánchez, aprendo de mis estudiantes a resistir a quien mientras cree destruirnos, grita cobardemente: “Hay turbulencia en las calles, los estudiantes se rebelan y se amotinan en las universidades, es necesario restaurar la ley y el orden. Sin ley y orden nuestra nación no puede sobrevivir…” Eso no lo dijo el gobernador Luis Fortuño, Rodríguez Ema ni Figueroa Sancha, la cita es de otro terrorista de Estado: Adolfo Hitler, Hamburgo 1934.
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