Detalle de una de mis lorzas
El Feng-shui dice que el hueco entre los peldaños de las escaleras provoca la pérdida del dinero. Entonces, mostrar los michelines a través de una silla con hueco tiene que traer la pérdida de la dignidad. No hablemos ya de lucir la “hucha”, más conocida como la “raja del culo”, lo cual directamente te deshonra.
Este mes de agosto me he puesto encima 3 kg de más. Mis grasas, al parecer dotadas de criterio propio, cada año escogen un destino para las vacaciones. Este año se han concentrado en las lorzas laterales.
El pasado sábado, por fin pude colocar a los niños con mis suegros e irme con mi marido por ahí a cenar. Ignorando que hace 7 meses parí a mi segundo hijo me puse lo jeans más bajos y apretados que encontré y una camisetilla sugerente. Mientras estuve de pie o en el coche sólo tuve problemas para respirar, pero mi dignidad seguía intacta.
Llegamos a un moderno restaurante de Sushi abarrotado de gente fashion. El ambiente era la recreación humana de un dibujo de Jordi Labanda.
Cuando el camarero nos acercó hasta nuestra mesa: ¡Horror!, las sillas tenían un hueco en el respaldo a la altura de mis lorzas, que quedaban iluminadas por la luz chill-out del restaurante y aireadas por la brisa nocturna. Este contratiempo me jodió la cena. Desde luego el próximo restaurante que escoja contará con “sillas amigas”.
Señores mesoneros, dueños de restaurantes y afines, está muy bien montar restaurantes para veinteañeros, pero si alguna vez se plantean diversificar, pongan sillas como Dios manda y llenarán sus locales de mujeres con lorzas, la mayoría pasamos de la treintena y contamos con una solvencia suficiente como para pedir 2 platos + postre + café + vino caro.