Revista Cómics

Mis mejores lecturas de 2015

Publicado el 19 enero 2016 por Alvaropons

¡Menudo 2015! Un año en el que poco a poco he ido recuperando un buen ritmo de lecturas, pero en el que la lista de novedades mensuales de interés, entre reediciones y novedades, ha sido tan espectacular que la pila de pendientes no paraba de crecer ante mis ojos. Desde luego, de cara al lector, este año ha sido impresionante y prolífico, empujado por la buena labor de selección de editoriales y por la incorporación a los tebeos de un buen puñado de editoriales generalistas y por la aparición de nuevos sellos. Si algo sorprende, agradablemente, de la lista de las mejores lecturas de este año es que el número de editoriales diferentes que aparecen en ella es más alto que nunca: frente al casi monopolio de apenas unas cuantas que se veía en las listas que confeccionaba hace una década, este año hay casi 15 editoriales distintas en la lista de 25, con un apreciable aumento de la autoedición.
Como siempre, la típica precaución ante cualquiera de estas listas: no son más que divertidos ejercicios basados en el gusto personal, juegos que pueden ser útiles para rebuscar nuevas lecturas pero que nunca deben ser entendidos como un canon. Y, siempre, incompletas. Aunque este año puedo haber leído unos 350 o 400 de los tebeos publicados en España (cifra con trampa: contabilizo aquí las reediciones, que son muchas, pero ya leídas años ha, y que muchas de las novedades publicadas en España las leí en su idioma original tiempo atrás), seguro que me dejo por el camino obras estimables que no he podido leer. Eso sí, la sensación que tengo es que la media de calidad ha subido mucho, lo que indica que las editoriales han afinado bien en sus selecciones, lógico viniendo de un entorno de crisis económica con reducciones del número de novedades anuales.

Pero dejo la cháchara: la lista de mis 25 mejores lecturas del 2015 es…

  1. El hombre sin talento, de Yashiharu Tsuge (Gallo Nero),
  2. Chapuzas de amor, de Jaime Hernández (La Cúpula)
  3. Aquí, de Richard McGuire (Salamandra Graphic)
  4. La casa, crónica de una conquista, de Daniel Torres (Norma Editorial)
  5. La Casa, de Paco Roca (Astiberri)
  6. El paraíso perdido, de Pablo Auladell (Sexto Piso).
  7. Tik Tok Comics
  8. Atrapado en Belchite, de Sento Llobell
  9. Otoño, de Jon McNaught (Impedimenta),
  10. El botones de verde caqui, de Yann y Schwartz (Dibbuks),
  11. Los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar Forniés (Norma Editorial)
  12. El mundo a tus pies, de Nadar (Astiberri)
  13. Preciosa oscuridad, de Kerascoët y Vehlmann (Spaceman Books),
  14. Vida de los más excelentes historietistas, Varios Autores (Inefable),
  15. Kitaro 3, de Shigero Mizuki (Astiberri).
  16. Por sus obras les conoceréis, de Jesse Bravo (DeHavilland),
  17. Cruzando el bosque, de Emily Carroll (Sapristi),
  18. Estamos todas bien, de Ana Penyas
  19. Las aventuras de Joselito, de José Pablo García (Reino de Cordelia),
  20. Recuerdos del Imperio del Átomo, de Smolderen y Clérisse (Spaceman Books)
  21. Esperanza, de Tommi Musturi (Aristas Martínez),
  22. Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora, de Tom Gauld (Salamandra),
  23. The lonesome go, de Tim Lane (Sapristi)
  24. Rituales, de Álvaro Ortiz (Astiberri),
  25. Cuaderno 2, de Miguel B Núñez (Libros del Autoengaño)

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El orden, por supuesto, es casi aleatorio, aunque sí que creo que las 6 primeras son, ese orden, mis lecturas preferidas del año. Las 19 siguientes son de tanta calidad que cualquier baile de posición es irrelevante. Pero tengo claro que la obra de Tsuge es, sin duda, la gran novedad del año. Un clásico de la historieta que compite injustamente con el resto, cierto, pero que es imposible de obviar. Lo leí en la edición francesa de Ego Comme X y me impactó como pocas veces lo ha hecho un tebeo, obligándome a releerlo muchas, muchas veces. Y, en cada lectura, encontraba una nueva interpretación, un nuevo camino de reflexión por el que transitar. Tsuge habla de la vida en toda su extensión, con un pesimismo existencialista que, pese a su dureza, obliga a seguir pasando páginas. De Chapuzas de amor poco más puedo añadir a lo que ya dije: es la gran declaración de amor de esta década. De las tres siguientes, la curiosa coincidencia en la casa como referente. Aquí es una genialidad, una ruptura formal que demuestra que el lenguaje del tebeo puede seguir explorando nuevos caminos, pero que no se queda en el simple ejercicio formal, sino que ahonda en una sugerente reflexión sobre la insignificancia de la existencia humana ante el inapelable tiempo. Es cierto que la lectura de esta nueva reescritura puede aportar poco respecto a la historieta de 6 páginas original publicada en RAW cinco lustros antes, pero la pérdida del factor sorpresa no puede dejar de lado la intrínseca genialidad de la propuesta de McGuire, que incluso sin él consigue mantener la fascinación hipnótica durante casi 300 páginas. La casa, de Daniel Torres sí que es, en contraste una sorpresa. El valenciano realiza una obra inclasificable, una enciclopedia de la historia del hogar que se convierte en un reto continuo a la narrativa gráfica. Un inmenso catálogo de recursos narrativos que se van acumulando hasta conformar una inmensa reivindicación de todo lo que se puede contar con la historieta. Pero que, además, es apasionante en su lectura, en la constante incursión en el lado oscuro de la historia, en la vida cotidiana de los que nunca salieron en los libros, pero sufrieron los grandes pasajes de la Historia. Es una obra que hay que leer en pequeñas dosis, pero que deja al lector deslumbrado continuamente.

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Y de la otra casa, la de Roca, solo puedo decir que entra directamente a la médula. Intento ser objetivo, pero me es imposible: es una obra que me ha emocionado profundamente, que me ha hecho recordar muchos momentos de mi vida y situaciones muy similares. Paco ha trascendido ya cualquier intento de categorización, es un narrador en estado puro, de esos que sabe llegar al lector directamente. Establece una férrea cadena entre las viñetas y los sentimientos, sabe dónde tocar, pero también cómo y durante cuánto tiempo. Maneja los ritmos para bordear brillantemente el melodrama y moverse con soltura y comodidad en al territorio de los sentimientos. Está ya en ese Olimpo de los narradores perfectos, como Carlos Giménez y pocos más. Otro reto titánico ha sido el de Auladell adaptando la obra de Milton. El paraíso perdido, obra fundacional y compleja, que pone a cada página obstáculos a adaptador, desde su propia estructura narrativa, su temática o la evidente dificultad de superar la imaginería ya establecida por Doré o Blake. Pero el ilustrador alicantino ha conseguido luchar contra los elementos y desarrollar una visión tan personal como estimable. Tik Tok cómics es hoy por hoy mi página de referencia en cómic digital. Las obras que se están desarrollando en este portal son fascinantes, seleccionando un grupo de autores y autoras tan jóvenes como atrevidos en sus propuestas de ruptura formal. Un atrevimiento que no se queda en intentona, sino que se consigue culminar con éxito continuamente. Las obras de Arnau Sanz, Begoña García Alén, Erica Fustero, Berliac, Los Bravú, Ana Galvañ, Cristina Daura, Conxita Herrero, Marc Torices o Pau Anglada o Klari Moreno, por solo citar algunos nombres, son un soplo de aire fresco potente y necesario. Sus historietas me dejan las neuronas desarmadas y provocan adicción. De Atrapado en Belchite, de Sento Llobell, solo puedo decir que es mejor todavía que la primera parte y que es, desde ya, una de las mejores aproximaciones a nuestra Guerra Civil que se han publicado en cómic. Otoño, de Jon McNaught es una pasión particular, una obra de una poética visual apabullante, hermosa en cada uno de sus resquicios. El botones de verde caqui, de Yann y Schwartz es la constatación de que romper las cadenas de las imposiciones editoriales hacia las creaciones “establecidas” es tremendamente provechoso. Obra de múltiples lecturas, pero todas jugosas e interesantes. La obra de Jorge Carrión y Sagar Forniés es la necesaria llegada a nuestro país del género periodístico en el cómic, una profunda investigación sobre la realidad social que vivimos que se complementa perfectamente con El mundo a tus pies, de Nadar, posiblemente el mejor relato de la crisis que vivimos. Ambos serán la mejor referencia en el futuro de estos años que hemos vivido. Preciosa oscuridad, es una joya escondida, un relato cruel de la pérdida de la infancia que desmonta mitos a hachazos, que deja al lector descolocado y perdido. Por su parte, Vida de los más excelentes historietistas, es una de las sorpresas del año. Una propuesta similar en apariencia a la del Masterful marks de Marcel Beauchamp, pero  César Sebastián, René Laparra, Víctor Puchanski y Adrián Bago desarrollan con personalidad propia y muy definida, con una acertada elección de autores y una más acertada aproximación a ellos.  De Kitaro solo puedo decir que es una de mis obras preferidas de Shigero Mizuki, una inmersión en fantasía desbordada que lanza anclas a una realidad pop maravillosa. Por sus obras les conoceréis, de Jesse Bravo me dejó alucinado por la ambición de su propuesta, que desarrolla una auténtica propuesta teológica basada en el silicio. Las reflexiones que  lanza Bravo desde la aparente simplicidad de su dibujo se enroscan en nuestras neuronas con la facilidad que su dibujo se hace laberíntico. Sin duda, la otra de las grandes sorpresas del año ha sido Cruzando el bosque, de Emily Carroll. Historias de terror que han conseguido lo que hace mucho no consigue este género en televisión o cine, que un escalofrío recorra la nuca del lector y que, tras su lectura, se sienta incómodo durante mucho tiempo. Estamos todas bien, de Ana Penyas es la demostración de que unas pocas hojas grapadas pueden contener una obra mayúscula. Una historia de pequeñas relaciones, de confesiones íntimas que me parece extraordinaria. También extraordinaria es la propuesta de José Pablo García  en Las aventuras de Joselito, todo un tour de forcé gráfico y narrativo que reivindica los mitos populares como parte también de la construcción de la historia. Poco se ha hablado de Recuerdos del Imperio del Átomo, de Smolderen y Clérisse, ciencia-ficción canónica, de esa de trasfondo que deja poso de reflexión amarga, con un tratamiento gráfico años 50 delicioso. Aristas Martínez publica por fin en España a Tommi Musturi con su Sr. Esperanza, una obra que consigue que el contraste de forma y fondo se erija como forma narrativa en sí misma. Tom Gauld me tiene ganado con sus tiras y Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora es, posiblemente, la mejor selección que se ha publicado. La cultura como protagonista a través de la transformación y la metáfora. Tira con bala.
Otro de los tapados del año ha sido The lonesome go, de Tim Lane, un viaje opresivo por el American Way  of Life que no da opción a réplica. Álvaro Órtiz, por su parte, firma en Rituales su mejor obra hasta el momento, creando un curioso díptico sobre lo extraño con Murderabilia. Y para acabar esta lista de 25, Cuaderno 2, de Miguel B Núñez, o de cómo transformar un cómic en el diálogo con un amigo que te cuenta cómo va su vida.

Pero la lista podía ser mucho más grande. Hoy he puesto estos 25, pero podría en cualquier momento cambiar de idea e incluir obras tan interesantes como Sunny o GoGo Monster, las dos joyas de Taiyo Matsumoto que ha editado ECC, ese combustible de cohete para neuronas que es el Lose, de Michael DeForge (DeHavilland), el brutal Submun-dos, de Kaz (Autsaider)
GoGo Monster, de Matsumoto (ECC), la inquietante tranquilidad de Undercurrent, de Tetsuya Toyoda (Milky Way), el desesperantemente profético Necrópolis, de Marcos Prior (Astiberri), la hermosa Poemic, de Laura Pérez y Ferran Fernández (Luces de Gálibo), la contundente La Balada del Norte, de Alfonso Zapico (Astiberri) o la imprescindible vida de Boldú en La vida es un tango y te piso bailando (Astiberri). La arriesgada aproximación a Sartre de Esteban Hernández en Nada, el muy interesante debut de Mayte Alvarado en E-19, (El verano del cohete), los acertados aforismos gráficos de Max en ¡Oh, diabólica ficción! (la Cúpula) o ese ¡García! superheroico de Luis Bustos y Santiago García (Astiberri) que entra triunfante en la familia de los hijos bastardos de Roberto Alcázar como Roberto España o Roberto El Carca.
Hay que incluir también el siempre delicado trazo de Juan Berrio en Piso el barro, barro el piso, que vuelve a deambular por la poesía de las palabras, la salvaje provocación de Joan Cornellá con Zonzo o el acierto de recuperar hoy la obra de Cristobal Serra que se marca Pere Joan en Viaje a Cotiledonia, la novela gráfica (Edicions de Ponent). Pese a que los vaticinios anunciaban una debacle, lo cierto es que Bajo el sol de medianoche (Norma Editorial), consigue lo imposible: que no nos demos cuenta de que detrás de sus trazos y sus palabras no está Hugo Pratt. Todo un éxito para Rubén Pellejero y Juan Díaz Canales. También hay que destacar las nuevas entregas autobiográficas de Stygryt, Equinoccio, con un inspirado Carlos Maiques a los lápices (Edicions de Ponent) y SHHH, de Nacho Casanova, así como la nueva obra del siempre sugerente Martín Romero: Episodios Lunares (Reino de Cordelia).
En el terreno de la recuperación, la gran campanada ha sido, sin duda, El manga de los cuatro inmigrantes, de Henry Kiyama, un documento imprescindible para entender el cómic y la historia editado por El Nadir. O ese prodigio para disfrutar en familia que nos ha regalado José Domingo: Pablo y Jane en la dimensión de los monstruos (Astiberri).

Una larga lista a la que hay que añadir la reedición de obras maestras como Pies descalzos, de Keiji Nakazawa (DeBolsillo), la obligada reivindicación de Andrea Pazienza en Zanardi y de las Obras completas de Julie Doucet (Fulgencio Pimentel) o las esperadas ediciones integrales de Gaston Lagaffe, de Franquin y Blueberry, de Charlier y Gir (Norma) o Los pasajeros del viento, de Bourgeon (Astiberri), Fénix de Tezuka (Planeta), Pesadillas de cenas indigestas, de McCay (Reino de Cordelia), Benito Sansón, de Peyo o, una pasión particular, el Sol Poniente, de López Cruces y Mª Isabel Santisteban (Edicions de Ponent).

Como dije, un año fabuloso.


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