Revista Cultura y Ocio

Mis paraísos artificiales

Publicado el 25 septiembre 2017 por Rubencastillo
Mis paraísos artificiales
Se repite más que la cebolla en algunas páginas (la descripción de su pelo, la lírica exaltación de su biblioteca, etc), pero me da por entero igual. El cabrón éste escribe como le sale de los cojones, y no hay quien le eche la pata en cuanto a calidad, ternura y preciosismo. Estoy hablando, claro, de Francisco Umbral, de quien acabo de releer Mis paraísos artificiales (Argos, Barcelona, 1976). Lo único discutible del tomo son las poesías que incluye: no lo quiso el cielo para rimador, y lo dejó en poeta (en prosa). Qué disparate de perfección, coño. En cada línea consigue alcanzar este hombre (por barrunto intuitivo, por inspiración divina o por mastodóntico trabajo secreto) el adjetivo esencial, el ritmo mágico e insustituible, la prestancia sólida del verbo, la fluidez del alma hecha palabras. Te puedes morir después de leerlo, porque ya está dicho todo cuando acaba. Cervantes y Quevedo estarían muy orgullosos de su descendiente. Y yo me siento feliz como lector por haber conocido a autores como él.
“Las mujeres quedan mejor descalzas. Más líricas. Un señor descalzo siempre queda un poco tío guarro”. “Ya que la literatura no da para ponerse las botas, al menos hay que morir con ellas puestas”. “(Proust) El escritor más grande de la Historia”. “La vejez es la chapuza final que la vida hace sobre todos sus bocetos anteriores”. “El título es medio libro. Escribimos casi siempre para llenar un título”. “La juventud es tan independiente y tan díscola que está llena de influencias”. “Para crear, es más fértil la memoria que la fantasía”. “Estamos con la cabeza en el futuro y con el corazón en el pasado”. “No se muere de una vez, sino que se va muriendo por edades, y llega una edad en que uno es un cónclave de difuntos”. “Más que los amigos importantes buscamos ya la importancia de los amigos”.

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