Revista Creaciones

Mis pastores

Por Ripu77
Mis pastoresPrados de Bestué (Huesca)Leer a Bernardo Atxaga me transporta a mis ancestros. Nieta y sobrina de pastores. Pastores reales, dedicados en cuerpo y alma a sus ovejas. Escuchando historias como las que él cuenta en sus libros de la mano de los míos. Historias de otros pastores, historias de sus queridas ovejas, de sus perros cómplices. Del momento trashumancia, ese viaje acompañados de cientos de balidos poniendo música al camino. Viviendo mi infancia entre zurrones y calcetines de lana. Lana de sus propias ovejas, de nuestras ovejas. Mi abuelo Joaquín tenía cara de pastor, manos de pastor, alma y corazón de pastor. Y todo ello lo heredó mi tío Joaquín. De él llegaron a mí las historias bajadas de la montaña aragonesa. Las de mi abuelo me quedan lejanas, como soñadas. Las de mi tío son nítidas, vivas; aunque él tampoco esté ya para seguir contándome. Hace más de un año que no está y aún hay días en que cojo el teléfono para llamarle y buscar historias nuevas. Contarle las mías. Y no está. Leyendo a Atxaga estas semanas tengo a mis Joaquines más vivos que nunca. Su lectura vuelve a transportarme a los valles donde pacían nuestras ovejas. A los pastores de las historias de mi tío. A la sensación de soledad, de tranquilidad, de complicidad con el silencio que él tenía también. Puede ser que para cualquier otra persona ajena a ese mundo, sea tan solo una lectura bonita. Para mí es un revivir, es un volver a esos prados que os enseño e imaginar a mis pastores.Conservo conmigo calcetines de mi tío tejidos con esa lana. En mi armario descansa la boina que mi abuelo paseó bajo esos cielos de pasto. Tengo entre mis tesoros cencerros que sonaron por el Pirineo aragonésguiando mil vueltas a casa. Historias de trifulcas por animales, por tierras, por engaños, por amistades… guardadas en la memoria familiar. Esa que deberá pasar de generación en generación para no olvidar jamás que descendemos de pastores. Tal vez por ello hayamos heredado, también sus nietos, ese amor por el monte, por el verde, por el silencio de estar ahí arriba casi tocando el cielo mientras suenan los badajos…

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