La Desconocida
en aquel tren, camino de Lisboa,en el asiento contiguo, sin hablarte-luego me arrepentí.en Málaga, en un antro con lucesdel color del crepúsculo, y los dos muy fumados,y tú no me miraste.De nuevo en aquel bar de Malasaña,vestida de blanco, diosa de no séqué vicio o qué virtud.En Sevilla, fascinado por tus ojos celestesy tu melena negra, apoyada en la barrade aquel sitio siniestro,mirando fijamente -estarías bebida- el fondo de tu copa.En Granada tus ojos eran grisesy me pediste fuego, y ya no te vi más,y te estuve buscando.O a la entrada del cine, en no sé dónde,rodeada de gente que reía.Y otra vez en Madrid, muy de noche,cada cual esperando que pasase algún taxisin dirigirte inclusoni una frase cortés, un inocente comentario...En Córdoba, camino del hotel, cuando me preguntastepor no sé qué lugar en yo no sé qué idioma,y vi que te alejabas, y maldije la vida.Innumerables veces, también,en la imaginación, donde caminasa veces junto a mí, sin saber qué decirnos.Y sí, de pronto en algún baro llamando a mi puerta, confundida de piso,apareces fugaz y cada vez distinta,camino de tus mundos, donde yo no podrétener memoria.
Felipe Benítez Reyes