Esta entrada forma parte de la propuesta de Laky de dedicar el mes de diciembre a la novela histórica. No he podido postear más que esta entrada, ya que no he leído ninguna novela histórica durante estos días, pero sí que quería dejar constancia de que los primeros libros que me engancharon a este género. Bueno, quizás no son los primeros que leí, pero sí los que más huella me dejaron: las sagas de Christian Jacq.
El primero que cayó en mis manos fue En busca de Tutankamón, que trata sobre el descubrimiento por parte de Howard Carter de la única cámara funeraria que no había sido descubierta y saqueada anteriormente y que arrojó luz sobre un faraón sobre el que solo tenían cabida todo tipo de especulaciones. Y eso que no fue un faraón muy importante, pero al hallarlo intacto, alcanzó muchísima repercusión. La búsqueda es apasionante; en numerosas ocasiones parecía que estaban a punto de descubrir algo pero era una falsa alarma, había personas en su contra que intentaban voicotear a Carter, una pequeña historia de amor… en fin, de todo. No me acuerdo punto por punto, pero os puedo decir que disfruté muchísimo con la novela.
Era mi señor padre el que compraba los libros que yo leía, y un día apareció con esta trilogía: El juez de Egipto. Mi misión principal era forrarlos… y luego devorarlos, así que fue exactamente lo que hice cuando los tuve en mis manos.Nos cuenta la historia del juez Pazair, un juez de una población rural que es trasladado a una gran ciudad, Menfis, donde se encontrará con que la justicia no es tal. Tendrá que hacer frente a la corrupción y las conspiraciones palaciegas, intentando mantener su integridad y no defraudar a un pueblo que ya no confía en los jueces.
Son lecturas que encontré muy emocionantes y, lejos de acabar cansada de novelas sobre Egipto, continué con la pentalogía más conocida del autor: La pentalogía de Ramsés II.
Una vez más, mi padre, que tiene una extraña adicción a las colecciones de quiosco, se hizo con estos libros en una edición baratita pero decente.Me acuerdo de algunos detalles, pero no de toda la saga. Ramsés ya era para entonces un personaje que me fascinaba por aquello de haber sido el faraón más longevo. Puede que la historia tuviera altibajos, no lo recuerdo, pero os aseguro que devoré los cinco libros igual de rápido que los tres anteriores; además cada volumen termina en un punto álgido que hace que tengas que empezar inmediatamente el siguiente. El autor trata bastante rigurosamente la historia y, los datos que no se conocen los utiliza para crear subtramas y resolver misterios que aún hoy en día creo que siguen siendo una incógnita.
Hacia la mitad de la pentalogía ya me sabía todas las dinastías y los faraones que pertenecían a cada una, y cuando la terminé ya tenía interés sobre leer más de tal o cual faraón en concreto en mis siguientes lecturas. Era un empacho en toda regla de novela histórica sobre Egipto.
Y seguí leyendo este tipo de libros. Estaban de moda y los veías en todos los quioscos y librerías y mi padre, fiel a sus costumbres, compró unos cuantos.
Uno de los que más recuerdo es Akhenatón. El rey hereje, de Naguib Mahfuz, sobre el Rey Sol, el primer faraón monoteísta que renegó de los dioses que hasta entonces todos habían venerado y proclamó la existencia de un solo dios: Atón. Por eso se cambió el nombre y se lo cambió al que se cree que era su hijo, Tutankamón, que al principio se llamaba Tutankatón. Es una historia interesantísima sobre cómo debía de pensar aquel hombre, que incluso cambió la corriente artística de aquella época, cuando todos a su alrededor conspiraban en su contra para volver a la religión anterior.
También recuerdo leer un libro sobre la mujer de Akhenatón, Nefertiti, pero no me acuerdo ya del título; y otro sobre Akesha, la hija de ellos, titulado La reina Sol. Fueron muchas lecturas sobre el mismo tema y es imposible nombrarlas todas.
Como veis, era toda una fan del Antiguo Egipto, y tenía en la cabeza todas las dinastías y sus faraones por orden cronológico, así como la geografía de todo Egipto y la situación y los templos de cada ciudad. Es increíble lo que puede almacenar el cerebro con un puñado de libros de ficción, ¿verdad? Yo creo que es lo que más me gusta de las novelas históricas, que siempre aprendemos cosas que no sabíamos, mientras nos entretenemos con una historia trepidante.
Siempre seré una gran fan de este género.