Revista Religión
I
Mis primeras palabras de niño
eran para ti.
Y las primeras canciones de cuna
que llegaban a mí
eran de ti, Pastora,
como madre del Redil
Y mi madre me enseño
a decirte bonita, guapa,
a cantarte y a rezarte
porque tú eres
la Pastora de las almas.
II
Una vez que pasaban los años
yo mas te quería.
Y sentía tu nombre en mis labios
de noche y de día,
y mi vida y mi cariño
te pertenecia.
Y mi madre me enseño
a decirte bonita, guapa,
a cantarte y a rezarte
porque tú eres
la Pastora de las almas.
III
Ya mis rezos y plegarias
encuentran un sentido.
Cuando veo que mis cantos y palabras
llorando te las digo
y siempre que te busco
te encuentro al lao mio.
Y mi madre me enseño
a decirte bonita, guapa,
a cantarte y a rezarte
porque tú eres
la Pastora de las almas.
IV
Con los años que tengo
y veo que no te olvido.
En mi vida cotidiana te recuerdo
y siempre estás conmigo,
grito a los cuatro vientos:
¡Soy Pastoreño desde niño!
Y mi madre me enseño
a decirte bonita, guapa,
a cantarte y a rezarte
porque tú eres
la Pastora de las almas.
José Manuel Sanz