Fett kartoffel fueron las primeras palabras que aprendí en alemán en los tiempos de la casa loca, cuando mis amigas alemanas y yo cocinábamos papas al horno. Después de seis meses de esa secuencia yo me encuentro en Alemania, más precisamente en la capital de Hesse, Wiesbaden.
Yang
Técnicamente puedo contarte que este lugar se encuentra a orillas del río Rin. Es una ciudad elegante, llena de autos caros y casas enormes. Tiene aguas termales y eso atrajo al público de billeteras llenas. Tiene 278.919 habitantes y es la segunda ciudad más grande de Hesse. La primera es Frankfurt.
Wiesbaden no es una ciudad turística, aunque encuentras japoneses por todas partes con sus cámaras de 98765461 píxeles y sus celulares que tienen hasta una cama por si te da sueño (cuando sea grande quiero ser japonesa).
Varios rusos se establecieron aquí a principios del siglo XX y tienen una iglesia ortodoxa que se encuentra en la parte alta de la ciudad.
La impresión que me dió este lujoso lugar es que derrama cultura y clase.
Bueno, hasta acá todo muy teórico y con nombres difíciles para asombrar a mis lectores.
Yin
Ya te conté lo que pienso de este lugar, ahora te cuento lo que siento:
Dicen que París es la ciudad del amor, contradigo eso. Estoy totalmente decidida a decir que es Wiesbaden.
Tiene un precioso paisaje verde de película, con bosques y lluvia constante, que cuando estas en la cama abrazada con la persona que amas se hace totalmente romántico. Acá me detengo unos segundos a contar que me enamoré hace siete meses de una belleza diferente, cabellos y porte que el dictador de su país le regaló, derramando la sangre de inocentes amantes de lo diferente.
Puede que mi visión sea subjetiva y creas que soy una cursi incorregible, pero viajé 15.000 km para conocer esta ciudad y alimentar una relación que me da sus frutos día a día. Y ya que estamos decirte que me dí cuenta de que si quería compartir algo tan lindo con alguien tenía que hacer algo loco por amor.
Sigo sumándole puntos a esta ciudad porque pasé mi cumpleaños (4/08) aquí y vino a verme una amiga de Hamburgo y otra de el sur. Ellas me hicieron una torta de chocolate, fumé unas cositas ricas a las doce de la noche y anduve en caballo por el bosque.
Como si esto fuera poco, a los artistas callejeros les va muy bien aquí. En todas las calles de la ciudad hay alguien haciendo algo nuevo, cantando en diferentes idiomas y compartiendo lo que se les da bien. Yo, particularmente, en 30 minutos tocando en la calle he sacado alrededor de 20 euros.
También fuí a Stuttgart a visitar a otro grupo de amigas, también de la casa loca. La verdad no conocí mucho, pero justo ese día era la fiesta del verano (no estoy segura si se llama así) y cantamos Hit the roll jack.
Fui también, junto a esta chica que te cuento que es mi luz, a Múnich donde por estos días estarán todos emborrachandosé en la October fest (el año que viene voy, seguro).
Voy a volver a Stuttgart y a Múnich y te voy a compartir más, no desesperes.
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