Me he encontrado de repente pensando en algo sobre lo que escribir y la mente en blanco, pero me han dado la idea de escribir sobre lo que siento yo ahora en cuanto a la maternidad. 19 meses después de haber sido madre y de cómo ha ido cambiando todo poco a poco desde entonces.
Para empezar, ¡benditas hormonas! Quiero hormonas postparto chutadas directamente en vena todas las mañanas. Recuerdo que después de salir del hospital estaba hecha un trapito con los puntos de la cesárea, pero aún así conseguía hacer cualquier cosa que me proponía. Limpiar, atender al niño, cualquier cosa. Acababa hecha un trapo y le debo todo eso a Papá Fúturo, que es un padrazo de tomo y lomo.
Según ha ido pasando el tiempo, reconozco que he disfrutado muchísimo mi maternidad. Con picos muy altos y picos muy bajos.
El peor, con bastante diferencia, fueron los 3 meses que viví sin verle por culpa de la conciliación laboral. Teníamos que meterle ya a la guardería porque las vacaciones combinadas de la familia se terminan en algún momento. En las guarderías de mi zona todas tienen horario establecido, puedes solicitar ampliación, pero no cambiar horario y decir que lo quieres llevar desde las 11 de la mañana. Como muy tarde debe entrar a las 9… y claro. Él entraba a las 9 de la mañana a su guardería y yo llegaba a las 10 de la noche a casa. Fue un INFIERNO en mayúsculas. Creció y no lo viví.
Todo lo demás, los sentimientos se han ido aplacando, no por ello han dejado de existir. Solamente que ya no es tan exaltado.
Quizás, como siempre he querido tener un segundo hijo lo más pronto posible, también me está afectando más bien mi instinto de ser bimadre. Igual que con mi primer hijo, estoy sufriendo mucho el no estar en la búsqueda de éste. Me falla, principalmente, la economía. Encima estoy algo a disgusto en el trabajo… Cada vez lamento más la situación y hay momentos en los que ésta se convierte en emocionalmente insostenible para mí.
Estoy contenta y feliz con Bebé Fúturo. Aunque sigo echando de menos algún rato más de sueño o de fiesta… sobre todo de fiesta y sueño. Porque a día de hoy sacrificas uno de los dos en pos del otro. Bebé Fúturo duerme algunas noches con Abuela Fútura y ahí aprovechamos para cumplir con uno de nuestros deseos, siempre el de sueño. La primera vez fue fiesta y… ¡menudo día después! Estamos demasiado hechos mierdecilla a diario con la falta de sueño que sumarle noche de fiesta con falta de sueño es la MUERTE.
Tengo mentalidad de que la felicidad requiere sacrificios, y dado que siempre mi prioridad ha sido mi familia, tenía claro que a mi vida profesional sólo le pediría lo que necesitaba para formarla. Estabilidad y mantener mi día a día, intentando que fuera haciendo algo que me gusta, pero tampoco era exigente ni con el dinero ni con el tipo de trabajo. Ahora me veo que está siendo insuficiente, he sacrificado tiempo con mi familia y compras de cosas chulas que cuestan dinero… para, lo que ahora mismo, tengo la sensación de para nada.
No me puedo permitir un segundo hijo, me han puesto en un sitio donde estoy a disgusto. No reconocen lo que he sacrificado ya, no me suben el sueldo. En fin, vivimos una época muy dura. ¡Pero todo compensa!
Su sonrisa al verme, su lanzamiento de besos a doquier sin ton ni son… En fin, verle a él, tenerle, disfrutarle es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y espero que la familia siga creciendo pronto.
Y sí, la maternidad es dura, mucho. Por eso siempre recomiendo que estés dispuesta a sacrificar toda tu vida por otra personita que necesitará todo y más de ti.