Revista Cultura y Ocio

Mis series del 2016

Publicado el 31 diciembre 2016 por Sonia Herrera Sánchez @sonia_herrera_s

Durante este 2016 que se acaba me he entristecido por el final de Castle y con la marcha de Hotchner (Thomas Gibson) de Mentes Criminales tras llegar a las manos con uno de los guionistas de la serie; he perdido el tiempo durante dos temporadas viendo Mar de plástico; he continuado viendo Velvet esperando cada semana que se haga un spin off donde los protagonistas sean José Sacristán y Aitana Sánchez-Gijón o Cecilia Freire y Adrián Lastra o mi siempre adorado Asier Etxeandía (vamos, cualquiera menos Miguel Ángel Silvestre y Paula Echevarría…, porque yo lo intento, lo juro, y les voy dando oportunidades serie tras serie, pero son de un plano insoportable).

También me he autoflagelado con la violencia desenfrenada de Narcos (muy realista, eso nadie lo niega), con el tremendo acento brasileño de su prota en la primera temporada mientras me acordaba de mis amig@s de Medellín y con la mirada un tanto condescendiente sobre un Pablo Escobar que debería mostrarse como alguien totalmente deleznable, pero a la vez me he deleitado con su banda sonora.

Tras considerarme polluela del águila durante mucho tiempo, admití el delirio en el que se había convertido Águila Roja y dejé de ver la serie y solo me permití un regreso momentáneo en los dos últimos capítulos para reconciliarme con esos personajes por los que siento gran simpatía y para admitir que echaré mucho de menos a Margarita y a Lucrecia.

Pero además, el 2016 ha sido un año de grandes descubrimientos y adicciones y de algunos afectos desordenados (¿quién no los tiene?).

No es ningún secreto que soy una fanática del género fantástico, así que no es raro que este año haya seguido enganchada a la sexta temporada de Érase una vez y a su original propuesta de revisión de los cuentos clásicos con unas protagonistas feministas fuertes, mesiánicas, complejas, buenas, malas, vulnerables, complejas… Y seguiré fiel a ella en 2017 mientras hago una relectura de Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim a la luz de la teoría feminista.

2016 también ha sido el año de apostar a tope por las mujeres en política a través de personajes como el de Claire Underwood en House of cards y el de Birgitte Nyborg en Borgen. Porque aunque ya sabemos que ser mujer no te hace feminista y que lo personal también es político, es necesario poner el foco también en las mandatarias y en todas aquellas mujeres que dan el salto a la política en clave de partidos y ambas series muestran, en cierta forma, que Michelle Bachelet no iba desencaminada cuando afirmó que “si una mujer entra en política, cambia la mujer; si muchas mujeres entran en la política, cambia la política”. Y podríamos ir más allá y afirmar también que cuando las mujeres entran en las series sobre política, el tema también se aborda desde prismas distintos y el género de la serie también cambia.

En mi extraña (o no tan extraña) afición por las series policíacas y de acción -que es donde centro mis contradicciones más visibles-, este año, sin duda, ha sido el año de Quantico, esa serie con actores y actrices perfectas y guapísimos llena de estereotipos físicos, pero con mujeronas que se dedican a salvar el mundo impolutas y divinas al más puro estilo James Bond mientras denuncian el techo de cristal dentro del FBI). También ha sido el año de Vis a Vis y sus malas-malas, malas-buenas y buenas-malas interesantísimas (I love you Zulema & Maca) y, por supuesto, el año de Chicago porque me he pasado horas y horas sumergida en sus cuerpos rezumantes de testosterona viendo Chicago Fire Chicago PD (sí, ya he dicho que aquí entraban mis contradicciones y afectos desordenados porque cada una tiene las suyas). Pero a pesar de la masculinidad hegemónica imperante, en ambas series me he encontrado con personajes femeninos deslumbrantes (transgresoras, firmes, independientes, competentes, valientes…) como Gabriela Dawson y Shay en Chicago Fire o Erin Lindsay y Trudy Platt en Chicago PD.

Volviendo a la ficción española, en 2016 recuperé El tiempo entre costuras, una serie que tenía pendiente y que me maravilló y sorprendió ya que por desgracia tampoco había leído la novela de María Dueñas en la que se basa (gracias María por construir un personaje como el de Sira Quiroga…). Y aunque creo que la audiencia no ha respondido como la cadena esperaba, este año TVE estrenó una de las series con el elenco más sólido que he visto en mi vidaLa sonata del silenciobasada también en una novela, en este caso de Paloma Sánchez-Garnica.

He acabado el año con la serie británica Land Girls, una serie costumbrista a caballo entre el drama y la comedia que cojea en algunos momentos, pero que visibiliza y narra de forma amable la historia de algunas mujeres que se unieron al trabajo del ejército de tierra femenino de Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial. Despido 2016 esperando ver pronto la tercera temporada de la gran The fall, pero si tengo que elegir las series que verdaderamente me han hecho enloquecer, no tengo dudas, me quedo con estas 3:

  • Las 4 estaciones de las Chicas Gilmore: prometo post próximamente para hablar del regreso de Lorelai y Rory Gilmore.
  • Stranger Things: sí, me sumo al fenómeno fan freak y ochentero, porque a fin de cuentas yo nací en el 84 y esa música a lo Tubular Bells y esos guiños a ET y a Los Goonies y a Alien y a Poltergeist… y esa Winona Ryder de mis amores hacha en mano y esos mundos posibles y esa Eleven con superpoderes…, me tienen conquistada hasta la médula.
  • Outlander: ahora me estoy leyendo los libros de Diana Gabaldon que inspiraron la serie para preparar un artículo. 2 temporadas en menos de 2 semanas y esperando con ansiedad la tercera que se estrena en abril de 2017. Así puedo describir mi fascinación por Outlander. Es una serie con altas dosis de violencia y de testosterona en kilt, pero con una perspectiva muy distinta a la que cabe esperar en un inicio. Magia y saltos temporales con una verosimilitud inigualable, sexo y erotismo nada gratuito, ruptura de la masculinidad hegemónica, deconstrucción de roles en pleno siglo XVIII, reivindicación de la libertad sexual de las mujeres, un viaje iniciático lleno de aventuras protagonizado por una mujer (no abundan)… Y no digo más… de momento.

Hasta aquí mi repaso a este 2016 de ficción. Que el 2017 nos traiga muchas series interesantes, ficciones comprometidas con el feminismo que rompan con los cánones patriarcales y mucha fuerza para seguir dando la batalla en nuestro día a día por un mundo más justo e igualitario. ¡Feliz año nuevo!

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