Norelys Morales Aguilera.- Creo a quienes saben decir "Patria o Muerte" cuando hace falta la entrega absoluta, sin poses, no como consigna mil veces repetida, sino como el impulso primigenio de la dignidad y que buscando en la historia o viviendo aprendieron que fue en momentos graves, que salió del genio indiscutible de Fidel, en aquel aciago día que murieron cientos de cubanos, y el dolor y la rabia eran tan intensos que el fotógrafo Korda inmortalizó la expresión del Che.
Admira mi corazón la vecina que me ofrece el plato de harina de maíz, que me recuerda cómo la hacía mi madre y yo no puedo reproducir o más, se quita el analgésico para aliviar mi migraña. No me olvido de un abril en que sentada en una acera del Nuevo Vedado en La Habana, venía cansada de una larga noche en tren y con un calor asfixiante esperaba a que llegara del trabajo mi sobrina. Tres personas, mujeres más jóvenes que yo, se acercaron a preguntar si me pasaba algo o qué necesitaba. Así escribe la solidaridad este pueblo cubano todos los días de dios.
¡La familia de sangre y de afectos! Porque en mi país “tu hermano es el vecino más cercano”. Y, si te brindan la casa o el alimento, es real, es cierto.
De esas pequeñas grandes cosas, se han nutrido quienes, desde los laboratorios o los hospitales, visitando casa a casa han salvado a un país, teniendo en la retaguardia a jóvenes y maestros que fueron pantristas, acompañantes o auxiliares de limpieza. O, aquellos que llevaron y llevan insumos a los más necesitados.
Qué decir de los que sudan sobre el surco sin petróleo, fertilizantes o pestidas, obtienen frutos y comparten con ancianos y hospitales, aunque su ganancia sea menor. Aquellos que cultivan el alimento o el tabaco que se exporta, el mejor del mundo sin dudas. O los que hacen arte verdadero en grandes escenarios o en remotos parajes de nuestra amada geografía. O quienes sudan una medalla para su pueblo tras esfuerzos incontables.
Dónde dejar la hombradía de mujeres y hombres que hacen zafra tornillo a tornillo, y la van a salvar sobre la bendita tierra que nos pertenece la simiente de la próxima campaña.
No me olvido nunca de los que asediados de mosquitos, playas o bosques se entrenan y resguardan palmo a palmo del territorio por si se equivoca el “gigante de las siete leguas”.
Nadie me puede convencer de que en este mundo, las victorias y los fracasos de los pobres de la tierra tienen raíz en la lucha de clases. Si la guerra de hoy es de símbolos, como aseguró el Maestro Fernando Martínez Heredia, aquí van los míos.
La Patria, la solidaridad, y tanto por el otro que es ejemplo, esos son algunos de mis símbolos, mis creencias mayores. Sé que a pesar de los pesares por tanto que querer y defender nunca seremos derrotados porque en Cuba, quiéranlo o no los del bando de los que odian, hace rato que perdieron la contienda y ganó el pequeño de buena voluntad.