Revista Comunicación

Mis teachers

Publicado el 14 marzo 2016 por Lya
Le decía a Bettie ayer que algún día os iba a contar mi historia con los profesores de inglés. Es que el sábado, por si no me seguís en tuiter y no os habéis, por tanto, percatado de mis alaridos, salió mi teacher en ese programa de la cinco que es como El Semáforo pero en fino y moderno. Programa del que servidora desconocía su existencia, para variar. 
Total, que un amigo me mandó un was con el siguiente contenido: "en la 5 hay un americano al que conoces". Esto, así a pelo, a la una de la mañana de un sábado sabadete, comprenderéis que me dejara ojiplática y dubitativa.
¿Americano? ¿Al que conozco? ¿Tú dónde andas, muchacho?
Eso sí, sólo se me ocurría una opción, la verdad. Eso o era Bryan y mi amigo había confundido su nacionalidad, canadiense, con americana de los States. Qué sabía yo. Qué sabía nadie.
Bueno, pues puse la tele y ahí estaba. Mi primera opción y el único americano, que yo recuerde, que conozco de verdad. Mi teacher. Aquí empezaron los alaridos, los guasaps locos y más alaridos.
Qué fuerte todo. Pero bueno, yo había venido aquí a relataros ni historia con los profesores de inglés,  que muy normal no ha sido nunca, no...
A saber... comencemos por los del instituto:
- El Barbi comunista. Barbi porque tenía (tiene) barba. Comunista porque era (es) integrante de tal partido y político en activo. En clase no hacíamos nada de nada, eso sí. No sé si es que no le interesaba que aprendiéramos el idioma del imperio o qué pero un añito en blanco muy rico que nos marcamos.
- El Yon Lenon. *Lía se arremanga* Un pavo que era tan fan de John Lennon que hasta se parecía a él y que me arruinó Imagine para toda la vida. Además, pequeño detalle, me suspendió una evaluación. A mí.  Suspenderme. Inglés. A mí.
Según aquí el menda, yo es que no tenía nivel. Yo. Sin nivel. Yo. Haceos idea de la mala baba con la que estudié los siguientes exámenes. Que aprobé de sobra claro. Y, entonces, ocurrió. Examen en mano se me acercó y, sorprendido, me preguntó cómo era posible que yo, YO, hubiera sacado tan buena nota. Que si estaba yendo a clases de apoyo o qué.
No os pido que imaginéis mi cara porque me caéis bien y no quiero traumatizaros.
Quede claro que yo ese año sí iba a clases de apoyo para las mates y la física. Pero para inglés, pues no. Y además que un profesor le insinúe a un alumno que sin clases de apoyo o ayuda externa es imposible que haya aprobado no me parece el mejor método pedagógico. Menos mal que yo ya tenía claro que el Yon Lenon y servidora éramos incompatibles y no me dolían prendas en demostrarlo, así que aquello lo único que hizo fue cabrearme, más. Y, ya os digo, arruinarme Imagine, que no la puedo escuchar sin acordarme de aquel tipejo porque nos la ponía cada dos por tres y se emocionaba mucho y tal, así con lagrimones y cara de pena profunda. 
- La Pija. Esta era maja y buena profesora. Pija de manual pero lo que es, es. Su peculiaridad radicaba en que estaba inmersa en un triángulo amoroso en la sala de profesores que nos tenía a todo el insti en un sinvivir. Ni Al salir de clase ni gaitas, aquello sí que era interesante. Esas idas y venidas a los departamentos, esos cotilleos de pasillo, que nos sentábamos allí y nos faltaba comer pipas mientras el trío iba y venía. YO vi un día entrar a los tres, juntos, en la sala de profesores y mira, las almenaras arden, Gondor pide ayuda se queda corto para la que se montó entre el rebaño la población alumnil.
Al final, por cierto, la que se llevó al profe buenorro del insti (un tipo estupendo con verdadera vocación por la docencia y al que le quedaban los vaqueros que daba gloria) fue ella. Y me alegré, yo era de su bando.
- La Pato. Definir a esta mujer es complicado. Es que era muy rara, en serio. Extraña. Su marido era campeón de ajedrez, o algo así y ella era... especial. Yo en sus clases funcionaba por inercia pero no me iba mal. De hecho hicimos un examen sobre un libro que no me leí porque no me apetecía (qué pasa) y cuando me entregó el examen tuve que ir a preguntarle que qué era eso que me había puesto. Pues era una matrícula. Que era el mejor examen de la clase y tal.
Sí, yo también dije, para mis adentros, pero "vamos a ver...que no me he leído el libro..." Ya, pero resulta que le eché mucha imaginación e inventiva (nos ha jo... robado mayo con las flores, a ver...) y hale, sobresaliente con creces. Haceos idea de su modo de funcionar y de lo que valoraba. Un espíritu libre. Una incomprendida. A todo el mundo le caía fatal. Menos a mí, claro. Ehem.
Estos son los de instituto, ya os digo. Años después llegaron los de la escuela de idiomas, que se resumen en el que ahora sale en la tele demostrando su método de tocar la guitarra con una mano, la pobre Japi Flogüer, la que se pasaba la vida viajando al Oriente asiático y el que vivía en el cuartel de Tejero cuando el golpe de estado. 
Normalíiiiisimo todo, como veis. 

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