Miscelánea Literaria: leer, ¿una forma de evadirse de la realidad?

Imagen extraída de http://silviaporras.blogspot.com/
Desde tiempos remotos la lectura, en su faceta de recepción, se ha tomado como una escapatoria de aquello que nos rodea, una evasión de la realidad.
Pero esto ¿hasta qué punto es cierto? O, mejor dicho, ¿desde qué punto es cierto?
En el lector...
Cuando por las noches coges una novela para leer antes de irte a dormir, probablemente, lo que menos necesitas es que te hable de un trabajo parecido al tuyo, o que tenga unos personajes con problemas parecidos a los que te puedan ocurrir en tu día a día. Lo que apetece es desconectar.
A veces no se da el caso, cierto, y a lo mejor se busque en la ficción una solución a lo que nos pasa. Otras, los libros de cama no tienen por qué ser algo alejado del mundo tangible: libros de autoayuda, manuales, ensayos...
El escritor
Lo que sí está claro es que a la hora de elegir todos los accesorios que posee una historia, lo más recurrente y habitual es inspirarse en lo que se haya podido conocer de primera mano. Por supuesto, no plasmarlo tal cual, sino a través de alteraciones, de forma que un escenario de unos hechos puede estar compuesto de aquella escalera de caracol que viste una vez en una tienda italiana, del techo abovedado de una iglesia decorada con frescos renacentistas, una maceta que tenía tu abuela en el patio cuando eras pequeño...
¿Y los personajes? Nunca son los mismos en cada mente que los imagina. Aquí funciona en dos sentidos la recuperación de la memoria para situar los objetos. Aunque haya sido por un instante algo que te haya llamado la atención de cualquiera con que te has cruzado por la calle. Una melena, una sonrisa, un movimiento.
Todo lo que recopilamos a lo largo del día en todos los sentidos se acumula en el subconsciente, y permanece ahí hasta que algo lo saca a flote.
No solo recuerdos visuales
Pero no pasa solo con lo que hayamos visto. Una frase dice “una mano acarició su brazo” y si la lectura ha conseguido meterte de verdad entre sus cálidos brazos, tus recueros evocarán este gesto. O quizás, de forma traicionera, inventen uno que nunca ha ocurrido. Forma parte de la magia de un viaje literario.
Entonces, si en el momento en que agarramos una historia entre nuestras neuronas o si nos disponemos a redactar nuestro propio universo paralelo, ¿dónde queda el mito de “la literatura como una forma de evadirse de la realidad”?