De la mano de Noelia Jiménez en su segunda obra en el mercado nos encontramos con “Los hombres de mi almohada”, un repaso a través de algunos tipos de especímenes del género masculino que habitan la superficie del planeta.
Aunque no la situamos en ninguna edad en concreto, podemos echarla, a ojo, unos treinta y pocos, haciendo media de la cantidad de ejemplos que utiliza, no todos almohadas de una noche.
El libro
Muchos lo podrán tachar de feminista en el peor sentido de la palabra, de cerrarse en temática y público, de ser algo muy “a lo Sexo en Nueva York”. Y tendrán razón si se quedan con las apariencias, si se empeñan en permanecer en la superficie, donde tratar un tema que atañe al ámbito femenino se considera sexista para mal. No verán más allá. ¿De qué? Que es puro entretenimiento, que a la autora la ha podido servir para despacharse a gusto y a las lectoras para sentirse identificadas con las situaciones, o no y simplemente pasar un buen rato.
Todo ello con un lenguaje directo, sencillo, pero no exento de cultismos, en el que no faltan las referencias al físico femenino, un tema sobre el que tanta presión ejerce la sociedad y, peor aún, nosotras mismas. Acercándose la época navideña quién no intenta privarse un poco de las comidas copiosas de esos días. Quién no ha dicho para referirse a sí misma la palabra “lorza”.
Y he ahí el peor de los descubrimientos. Horror. La mayor culpa y responsabilidad no la tienen ellos, sino nosotras mismas. Por esperar lo imposible, por seguir soñando con príncipes azules que resulta que destiñen después del primer lavado.
Ellos El hombre gaseosa, el cazador cazado, el polvo con derecho a amigo, el magdalena, el iNovio (ahora que está tan en tendencia lo de vivir enganchado a la Red) o un estremecedor hombre exprimidor, son solo algunos de los ejemplares ante los que nos encontraremos durante la lectura.
Típicos, tópicos, ofensivos, para tomárselos a guasa, de los que incluso yo misma he tenido alguno... Hay de todo. Para todos los gustos. Exactamente igual que con nosotras, sí, pero es que hoy toca hablar de ellos. Ese tema lo dejamos para otro día y despotricamos todos sobre el personaje de Carrie Bradshaw, que tiene para rato.
Carrie Bradshaw, un modelo para algunas mujeres.
Y, finalmente, el hombre almohada, el definitivo, el mejor. Aquel con el que, da igual el género, soñamos todos: un compañero de cama con el que compartir algo más que eso. “No el hombre perfecto, pero sí el que te hace feliz”. Con estas palabras termina el libro (y no lo considero un spoiler, ya que no hay un argumento ni una narración como tal), un final feliz a un largo desarrollo y estrellarse contra muros impenetrables, o de atravesar cortinas de humo.
¿Hay esperanza?
Vivimos rodeadas de series/películas/novelas que nos recuerdan que las mujeres somos de un planeta y los hombres de otro (Martes, Venus, llámalo como quieras). Pero lo cierto es que lo que olvidamos muchas veces es que sentimos y sufrimos por igual. Aunque parezca que hablemos en idiomas distintos, que nos desesperamos intentando descifrar los entresijos de su forma de actuar, o desistamos en ello (ardua tarea).
Que da igual si es un hombre gaseosa, uno rana, un lobo con piel de cordero o la madre que le parió. ¿Lo importante? Disfrutar el momento, con quien sea, y tener la paciencia suficiente como para soportar pequeños (y no tan pequeños) defectos o el valor suficiente de arriesgar en búsqueda de algo mejor.
Texto de Maje M.S.