Los adjetivos del titular de este post son solo los primeros que me han saltado a la vista en las reacciones en Twitter al mensaje que lanzó el perfil oficial de la Comunidad de Madrid tras la intervención anoche de la actriz Eulalia Ramón, viuda del director de cine Carlos Saura, en la gala de los Goya 2023.
Calificativos más que acertados porque, además, la citada publicación en esta red social tergiversa el mensaje completo de quien agradeció públicamente a los sanitarios que cuidaron hasta el último minuto del cineasta, fallecido el viernes a los 91 años, un día antes de la gala en la que se le iba a entregar el Goya de Honor. Ramón prosiguió su discurso afirmando que la sanidad pública se merece que la cuiden como sus profesionales los cuidaron a ellos hasta el último minuto.
Se os ha caído esto. pic.twitter.com/dNuYKGILjm
- Dios (@diostuitero) February 12, 2023
Me resulta rastrero no ya que dirigentes políticos aprovechen sus perfiles para opinar de cualquier asunto que consideren -de hecho, Isabel García Ayuso publicó un tuit en su perfil personal en esta línea, aunque con otras palabras, no libres de mala baba, por cierto-, sino que se utilice una cuenta oficial de una institución pública para hacer partidismo. No solo ha sido rastrero, sino poco profesional. No diferenciar un perfil personal como el de la presidenta Ayuso -aun teniendo en cuenta que se trata de un personaje público, que también se debe a la administración a la que representa- de otro institucional es muy poco riguroso.
Y el caso concreto de la muerte de Carlos Saura y la reivindicación de su viuda en los Goya es otra gota que se suma a las demandas que viene exigiendo hace meses el movimiento de la marea blanca sanitaria madrileña, que ayer precisamente salió a la calle, una vez más, clamando contra la falta de recursos de que disponen los centros de atención primaria y sus profesionales, ante la polémica por la privatización de un derecho de todos los ciudadanos.
Quizá los community que prestan servicio a la Comunidad de Madrid deberían valorar también, además de cegarse por el oportunismo, si un ejercicio tan poco honesto como el del sábado por la noche no se les ha podido venir en contra de sus propios intereses -más aún- al mofarse de esa forma tan burda y manipuladora de la opinión pública. Al tiempo.