Todo indica que la destrucción del avión de Malaysia Airlines con 298 personas a bordo el pasado jueves se debió a un misil disparado desde Ucrania por separatistas prorrusos, independentistas que reclaman violentamente su “derecho a decidir”.
El fotógrafo francés veterano de muchas guerras Jerome Sessini, de la Agencia Magnum, quedó más abatido que nunca en su vida al fotografiar cuerpos casi intactos, caídos planeando desde tres kilómetros de altura.
Los fotografió todavía atados a los cinturones de seguridad de sus asientos, entre pedazos del aparato, a gran distancia unos de otros.
Llegados aquí, lo más importante no es quién lanzó el misil, porque dadas las pasiones asesinas que desata el nacionalismo de cualquier signo podría haber sido obra de alguna unidad patriótica ucraniana, y no de los otros patriotas.
Esa es la lección que debería aprender todo el que pretender aplicar unilateralmente el “derecho a decidir” para independizarse de un territorio con larga historia común sin crear antes una distancia oceánica para separar la unidad geográfica.
Ahora mismo tiene que haber extremistas violentamente exaltados en favor o en contra del independentismo, dispuestos a enfrentarse en distintas regiones españolas. La pasión nacionalista produce locos peligrosos.
Unos exigen salirse de España por las buenas o por las malas, y otros se les opondrán por las buenas o por las malas, al margen de la Constitución, porque si los primeros la quebrantan, los segundos se sentirán con autoridad para repetir el desafuero.
Unos y otros podrán disponer de medios para contratar paramilitares mercenarios con misiles, de fácil acceso en el mercado este-europeo.
Que nadie dude que le dispararán a uno o más aviones, y a donde creen que está su enemigo.
Esta tesis, por probada, es axioma, y cualquier día podríamos ver a Jerome Sessini retratando muertos en España.
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SALAS
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