Ya que últimamente peco de escasa seriedad y debo justificarme ante mí mismo (pues yo no tengo altísimo al que rendir cuentas, lo cual agradezco fervorosamente a no sé bien quién), dejadme que me pegue un pequeño festín de autoestima.
Un/una lector anónimo me agradece la recomendación de librerías en BCN, es más, se planta el mismo día en que se lo recomiendo en la librería Cercles, y me lo agradece y define al pequeño reducto desde el cual el gran Gustau bombardea culturalmente su entorno más cercano como una maravilla.
Martín Aguirregaray, a.k.a. Misigma asegura haber gozado de lo suyo con Plataforma de Houellebecq, uno de esos libros que una relectura todavía encumbra más que la primera vez.
Horacio, al que también he recomendado Plataforma, asegura haber gozado también de lo suyo con la primera temporada de Homeland, lo hace a través de mail particular. Te lo pido Horacio: este blog no es el mismo sin tus comentarios extensos y digresivos (atento, Álex, no escribí disgresivos), así que si algo tienes que hablar sobre lo que aquí ha salido, te pido, por favor, no niegues a los demás tus comentarios.
Deborah, nombre que presupongo a la brillante autora de varios blogs, entre ellos Deborahlibros parece realmente impresionada por su visionado de The Wire, que sé que no ha sido directamente por mi influencia, pero algún empujoncito le habré dado, igual que le dí para leer a David Foster Wallace, aunque he de reconocer que yo también recibí el correspondiente de alguien valiente y osado y descarado como Selene, lo cual quiere decir que el efecto dominó, o boca oreja, o boca boca o como le digáis, funciona y funcionará. Y sé que hay más ejemplos (que pronto detallo, pues poner tanto vínculo es extenuante) pero estos se han juntado en los últimos días, y no solo aquí: mis reseñas en Unlibroaldía, sobre Orsai, sobre DFW, sobre Houellebecq, hasta sobre libros infumables, son bien acogidas, aquello no será justo mi casa, pero es ese hotel al que vuelves siempre que puedes porque te sientes perfecto. Tanto que a veces pierdo algo la orientación, ya no sé qué he puesto aquí sobre un libro (donde soy más cercano y confidente) y qué he puesto allí (donde soy más frío y profesional). Y resulta que me da igual: ni visibilidad ni fama ni ego ni narices. Mi andadura en la red es un enorme motivo de satisfacción, una sensación de misión cumplida que me viene muy bien incluso, joderos enemigos si los hay, pensando que es sólo la primera. Aviso. Que pienso imponerme más misiones y cumplirlas.